Este evangelio, excluido de los textos canónicos y considerado apócrifo por la Iglesia católica, fue redescubierto en Egipto en la década de 1970 y restaurado por la National Geographic Society en 2006. Su contenido ha generado debates entre estudiosos y teólogos, ya que desafía la narrativa tradicional sobre la traición de Judas y ofrece una perspectiva alternativa sobre los eventos que llevaron a la crucifixión de Jesús.
Este evangelio también destaca las tensiones entre diferentes grupos cristianos en los primeros siglos, sugiriendo que el cristianismo estaba dividido en varias interpretaciones sobre el mensaje de Jesús y la naturaleza de su sacrificio. La importancia de este evangelio radica en su capacidad para abrir un diálogo sobre las diversas corrientes del cristianismo primitivo, algunas de las cuales fueron excluidas de la doctrina oficial.
Es decir, el texto revela una cosmología distinta, donde Jesús discute con Judas sobre la naturaleza de los cielos y los seres divinos, lo que desafía las concepciones cristianas tradicionales sobre la creación y la salvación. Este hallazgo resalta no solo la figura controversial de Judas, sino también las diversas interpretaciones que existían en los primeros siglos del cristianismo, muchas de las cuales fueron suprimidas o ignoradas por la Iglesia oficial.