En algunos casos, depende de su variedad, los tomates se dañan con el frío, por lo que se recomienda almacenarlos a una temperatura constante de entre 20 y 23°.
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El tomate es un fruto ideal para acompañar otras comidas, es especial en ensaladas o rellenos
En ese sentido, lo más recomendable es mantenerlos en un lugar fresco, seco y bien ventilado, alejado de la luz directa. Consumir tomates en mal estado puede provocar problemas de salud, y los más comunes pueden ser molestias estomacales o intoxicación alimentaria. Para asegurarse de que los tomates no estén aptos para el consumo, hay que prestar atención a que no presente manchas de moho, y fijarse en la coloración o el olor.
Recomendaciones para mantener los tomates frescos
1. Evitar el contacto con el agua
Un error común es guardar los tomates en un recipiente con agua para mantenerlos frescos. Sin embargo, el contacto constante con agua puede acelerar el proceso de descomposición y fomentar la aparición de moho. Para evitarlo, lo mejor es guardar los tomates secos y sin contacto con líquidos, ya que el exceso de humedad puede hacer que se pudran rápidamente.
2. Usar cajas de cartón para almacenarlos
Una opción ideal para conservar los tomates es almacenarlos en cajas de cartón. Este tipo de contenedores permite que el aire circule, lo cual es fundamental para mantener la frescura de los tomates. Asegurate de que la caja esté en un lugar fresco y ventilado, lejos de la luz directa, para evitar que los tomates se sobrecalienten y maduren demasiado rápido.
3. Colocarlos con el tallo hacia arriba
La forma en que organizas los tomates también influye en su conservación. Colocarlos con el tallo hacia arriba ayuda a reducir el riesgo de que se aplasten y se dañen, lo que aceleraría su descomposición. Además, al estar orientados de esta manera, los tomates maduran de forma más uniforme y su piel se mantiene intacta por más tiempo.
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El tomate es un alimento que aporta grandes beneficios y por eso deben conservarse de manera correcta
4. No apilarlos en grandes cantidades
Aunque puede parecer práctico apilar varios tomates uno encima del otro, esta práctica puede generar presión sobre los más bajos, lo que provoca que se rompan o se estropeen rápidamente. Es recomendable almacenarlos en una sola capa o en varias capas de forma que no se aplasten entre sí. Esto permitirá que cada tomate reciba suficiente aire y se conserve mejor.
5. Revisar y eliminar los tomates dañados
La clave para mantener los tomates frescos por más tiempo está en revisarlos regularmente. Si encontramos algún tomate que esté empezando a pudrirse o que tenga manchas, hay que retiralo inmediatamente del resto. Esto evitará que la descomposición se propague a los demás tomates y permitirá disfrutar de los frescos por más tiempo.
6. La importancia de la temperatura ambiente
El lugar en el que se guardan los tomates juega un papel importante en su conservación. La temperatura ambiente es clave: si los tomates están demasiado fríos, pueden perder sabor y textura, mientras que si están demasiado calientes, pueden madurar demasiado rápido. Por eso, lo mejor es almacenarlos en un espacio fresco y seco, sin exposición directa al sol.