Historias

Se ahogó en una pileta y quedó con daño cerebral: la lucha de Máximo y su mamá luego de la tragedia

Cinco años atrás, la vida de este niño dio un giro trágico cuando se ahogó en una pileta. Hoy la familia necesita ayuda

Máximo tenía 5 años, una sonrisa contagiosa y una pasión inmensa por River Plate. Amaba cantar, bailar y llenaba la casa de alegría. Pero el 14 de julio de 2020, su vida dio un giro trágico. Ese día, su mamá, Sabrina Chirino, no tenía con quién dejarlo y llevó al niño al complejo hotelero donde trabajaba como empleada de limpieza. En un instante de desesperación, lo perdió de vista. Su corazón se detuvo al verlo flotando, inconsciente, en una pileta. Máximo se había ahogado.

En el Hospital Notti lograron salvarle la vida, pero el daño cerebral fue irreversible. Hoy, Sabrina agradece cada día con su hijo, pero enfrenta una lucha enorme: necesita ayuda para darle la mejor calidad de vida posible.

Máximo se ahogó en una pileta hace cinco años y hoy quedó con secuelas.jpg
Máximo cumplió 10 años, no habla ni camina luego de una tragedia en una pileta.

Máximo cumplió 10 años, no habla ni camina luego de una tragedia en una pileta.

“Máximo tiene obra social, pero a veces la burocracia demora las autorizaciones y tengo que salir corriendo a comprar leche y pañales. Utiliza alrededor de 100 por mes”, cuenta. Además, el niño duerme en el comedor. Su mayor anhelo es construirle una habitación donde pueda estar más cómodo.

La familia vive en el barrio Tropero Sosa, de San Martín, en una casa que lograron adjudicar después de insistir debido a la discapacidad de Máximo. “Pero cada vez necesita mejores condiciones para sobrellevar lo que le toca”, admite su mamá, quien también enfrenta los desafíos de la condición de su hijo mayor, quien sufre un diagnóstico mental severo.

"Necesito un trabajo para darle a Máximo mejor calidad de vida"

“Por eso necesito un trabajo. Hice un curso de depilación, vendo pizzas y también hago changas de limpieza, pero nada alcanza”, dice Sabrina con angustia.

Recuerda con tristeza aquel fatídico día de 2020, en plena pandemia. “Fue un segundo. Lo encontramos flotando, inconsciente. Enseguida me dijeron que la falta de oxígeno en la sangre le dejaría secuelas. Era un niño feliz, súper activo”, lo evoca con dolor. Hoy, Máximo no habla ni camina. “Lo extraño”, se sincera.

A pesar de todo, se aferra a la fe. “Es algo que nunca quisiera perder porque gracias a ella estoy de pie. No la estoy pasando bien, es una lucha constante día a día y me siento muy agotada mental y físicamente”, confiesa.

Cómo ayudar

Contacto de Sabrina, mamá de Máximo: 2634 80-8938

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