Rescatado en Uspallata

Relato del andinista perdido tres días en la cordillera: "Pensé que no iba a regresar"

Edgardo Rodríguez (37) se separó de sus dos compañeros en el cerro Montura y ahí se desencadenó todo. Debió cortar cactus y tomar orina para sobrevivir

Esta no es solo una historia de un andinista que estuvo tres días perdido en una montaña de 5.000 metros en Uspallata, fue rescatado sano y salvo y devuelto a la ciudad con solo algunas ampollas en sus pies. Es la historia de cómo un malentendido les podría haber costado la vida a tres personas en la cordillera.

Así sucedió en el caso del santafesino Edgardo Rodríguez (37) y sus compañeros de aventura: Cristian Giménez y Cristian Giménez (h). El desencuentro ocurrió cuando Edgardo, no quiso seguir subiendo hacia la cumbre del cerro Montura (5.000 metros), y emprendió el retorno hacia la base del cerro Gloria, donde supuestamente se reencontraría con padre e hijo, quienes decidieron hacer cumbre.

Algo falló en la comunicación del mensaje que los volvería a reunir en el campamento base y ese fue el comienzo de tres angustiantes días de incertidumbre, donde los tres creyeron que no pudieron encontrase porque algo malo había pasado.

El rompecabezas recién volvió a armarse el miércoles después del rescate del andinista.

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Edgardo Rodríguez administra el complejo de cabañas "Paramitas" en la localidad de Uspallata, en Las Heras.

Edgardo Rodríguez administra el complejo de cabañas "Paramitas" en la localidad de Uspallata, en Las Heras.

El desencuentro en el ascenso al cerro Montura

Edgardo contó que el domingo en la mañana arrancaron el ascenso al cerro Montura desde la base del Gloria. Los tres caminaron juntos, pero Edgardo se dio cuenta que había mucha nieve y la situación no le gustó. Cerca de las 14 decidió regresar al campamento y ahí se desencadenó el desencuentro.

"Ellos sabían que yo me volvía, nos despedimos ahí y seguían para hacer cumbre, yo les dije los espero en el Gloria con un asado, era mentira, porque no llevábamos ningún asado, pero fue un momento divertido. Tengo un video de ese momento”, relató a Diario UNO.

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El mensaje errático fue cuando se despidieron, los compañeros de Edgardo dijeron que si no volvían a la noche era porque se quedarían en la cima, pero bajarían al otro día a la mañana. Al menos eso fue lo que el santafesino que reside en Mendoza entendió.

Pasó la tarde y la noche del domingo, y los otros dos andinistas no regresaron. "Pensé que se les hizo de noche arriba, y no me preocupé, me quedé a esperar”, afirmó.

La espera se hizo muy larga para Edgardo, que nunca había subido ese cerro. Él pensó que a más tardar el lunes en la mañana se reencontraría con los otros dos integrantes del grupo, pero estos no llegaron.

"Después de las 3 de la tarde, me empecé a preocupar”, contó el andinista y ese fue el motivo por el que decidió bajar para avisar que sus compañeros no habían vuelto. Y ahí fue cuando se perdió en la montaña al tomar un camino incorrecto en el descenso.

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Cuando te das cuenta que estás solo

Lo que realmente había ocurrido con Cristian Giménez y su hijo, es que ambos se demoraron más de la cuenta en bajar, porque debían enterrarse en la nieve para desplazarse, y eso volvió muy lento el retorno. Así es que llegaron a la base del Gloria, pero lo hicieron cerca de las 19 del lunes, cuando Edgardo ya había decidido partir para buscar ayuda.

Para esa hora, Edgardo ya había caminado kilómetros y comenzó a desorientarse. "Empecé a ver unos lugares por los que no habíamos pasado nunca, en donde solo habían riscos y guanacos. Y ahí me di cuenta que estaba perdido”, recordó de ese dramático momento.

En cambio sus compañeros, llegaron y no creyeron que Edgardo se había perdido, lo que pensaron es que había regresado a su casa y no supieron que esto no había sucedido sino hasta el martes en la tarde, cuando llegaron a Uspallata y se dieron cuenta que Edgardo no estaba y que era momento de pedir ayuda.

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La desesperación de no tener agua

Según el relato de Edgardo, la desesperación más grande llegó cuando se dio cuenta que ya no tenía más agua.

"Yo había pasado junto a un arroyo, pero decidí seguir caminando. Caminé dos horas más y me di cuenta que estaba sin agua. Pensé, tengo que volver al arroyo urgente, traté de regresar, en esa vuelta me agarró la noche, y no pude, no logré llegar”, sumó.

Edgardo contó que ese fue el momento de mayor desesperación. Esa noche durmió en ese lugar, que ahora le dicen que se llama "las leonas”, pero él no sabía donde estaba.

"No, no tenía agua, corté un cactus, tomé orina, todo lo que podía porque la verdad, estaba muerto. Esa noche fue tremenda porque pensé que no llegaba, viste, sin agua, como que no te queda mucho tiempo”, expresó.

Cuando pudo llegar al arroyo, metió la cabeza en el agua por la sed desesperante que tenía.

"No te imaginás la alegría que me dio encontrar el agua, no solo tomé sino que cargué para tener y seguir caminando”, siguió.

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Una caminata de 12 horas que no lo llevó a ninguna parte

Edgardo pensó en caminar bordeando el arroyo, porque lógicamente en algún momento debía llegar a la base del cerro, pensó.

Sin embargo, por el tramo en el que él caminó, aproximadamente durante 6 horas, el arroyo se unió con otro más grande y lo que terminó de complicar el panorama fue que se encontró con una cascada de unos 12 metros. Imposible de cruzar.

En esos momentos de confusión, comenzó a hacer cálculos y creyó que si sus compañeros habían regresado sanos y salvos, aparecería un helicóptero a rescatarlo esa tarde del martes. Pero el helicóptero no apareció.

“Pasó el martes a la tarde, el martes a la noche y no llegaba nadie. Ese momento también me desesperé más por ellos que por mi, porque la verdad que yo estando ahí en el arroyo, me sentía seguro”, sostuvo.

Evaluó en racionar la comida, apenas comió medio sánguche y una barrita de chocolate. "Tenía que pensar en que me quedara algo para sobrevivir”, añadió, y lo hizo bastante bien, porque al otro día llegó el alivio.

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Sano y salvo. Personal de la Patrulla de Rescate junto a Edgardo Rodríguez en Uspallata tras ser evacuado por el helicóptero.

Sano y salvo. Personal de la Patrulla de Rescate junto a Edgardo Rodríguez en Uspallata tras ser evacuado por el helicóptero.

Las maniobras del helicóptero rescatar al andinista perdido

La madrugada del miércoles fue difícil. Ya se habían comenzado a cruzar algunas nubes y la esperanza de ser rescatado sano y salvo iba diluyéndose con el correr de las horas. Sin embargo, el miércoles a la mañana, el ruido del helicóptero lo sacó del letargo.

"Sentí una alegría, después en un momento me asusté un montón porque no podían bajar ahí adonde estaba yo, en el arroyo, les hacía señas para que vayan al lugar en donde había dormido el día anterior, en donde había una planicie. Junté todas las cosas y subí corriendo, en cinco minutos estaba arriba”, contó Edgardo emocionado.

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Cuando Edgardo Rodríguez, el andinista perdido en una montaña de Uspallata, escuchó el ruido del helicóptero Halcón II de la Patrulla de Rescate de la Policía, volvió a vivir.

Cuando Edgardo Rodríguez, el andinista perdido en una montaña de Uspallata, escuchó el ruido del helicóptero Halcón II de la Patrulla de Rescate de la Policía, volvió a vivir.

“Yo les corrí unas piedras para que pudieran aterrizar, pero el helicóptero seguía dando vueltas y como que encaraba de nuevo para el cerro Montura, se iban para la base del Gloria. Ahí pensé lo peor, pensé que estaban buscando a mis compañeros, que ya me habían visto a mi y que ahora los tenían que encontrar a ellos, fue media hora, pero se me hizo eterna”, rememoró sobre ese instante.

Cuando el helicóptero pudo aterrizar, todo sucedió muy rápido. Edgardo se subió, preguntó por sus compañeros, supo que estaban bien y desde ese momento, hasta que se encontró en el hospital de Uspallata comiendo un lomito, el tiempo voló. Voló por todo lo lento que había transcurrido los tres días que estuvo perdido en la montaña.

El aprendizaje que le dejó la montaña

Ante la pregunta de qué fue lo que te dejó esta experiencia, Edgardo primero dijo que el hecho de cuidar más el cuerpo y no exponerlo a tantos peligros. Pero después se quedó pensando, y puso el acento en la comunicación.

"Con Cristián nos quedamos pensando en qué fue lo que nos faltó para que esto no pasara, y llegamos a la conclusión de que lo que nos faltó fue comunicación, una comunicación efectiva. Me di cuenta que cuando nos separamos, yo les dije que los iba a esperar, pero nunca les pregunté cuándo me tenía que empezar a preocupar y a hacer algo. En la vida también pasa que damos cosas por supuestas, y no deshilachamos la comunicación en preguntas y eso es lo que después nos impide entendernos”.

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