Las duchas calientes diarias pueden provocar resequedad en la piel, irritaciones y picazón. Una piel seca e irritada es el lugar idóneo para que los microorganismos presentes en ella produzcan infecciones y reacciones alérgicas, según lo explicado por la ciencia.
Expertos del Departamento de Salud de Harvard recomiendan tomar una ducha siempre que sea necesario y varias veces por semana, pero, en lo posible con agua tibia y baños cortos de 5 minutos. Sin embargo, los expertos mencionan que la limpieza diaria y la sequedad ocasional de la piel no representa un peligro grave para la salud.
Cuáles son los efectos del agua caliente o fría en la piel, según la ciencia
El agua caliente puede resecar e irritar la piel. Las duchas con agua muy caliente pueden generar picazón y en casos más extremos llevar a una dermatitis. Además, la ciencia dermatológica explica que este tipo de duchas a temperaturas elevadas, pueden empeorar las arañas vasculares y favorecer la aparición de manchas rojas.
Lo recomendable, es tomar una ducha con agua fría, sobre todo en meses de calor. El agua fría ayuda a tonificar la piel, cierra poros, protege los aceites naturales, mejora la circulación, alivia la inflamación muscular y en ocasiones incrementa la energía.
Sin embargo, la ciencia explica que este tipo de baños con agua fría deben evitarse si la persona tiene frío o si está resfriada. Lo ideal es medir la temperatura de acuerdo a la persona y el ambiente. Ambas duchas tienen sus ventajas y desventajas.
Además, los dermatólogos recomiendan no pasar más de 10 minutos bajo la ducha. No es solo una cuestión de temperatura, la Organización Mundial de la Salud promueve los baños de no más de 5 minutos, para el cuidado de la piel y el medio ambiente.