Principalmente protege contra tormentas eléctricas o granizo. Es decir, actúa como barrera espiritual ante tormentas fuertes, granizadas o fenómenos meteorológicos extremos. Las familias que practican este ritual aseguran que protege los cultivos, el hogar y a quienes viven en él.
O algunos jóvenes lo hacen (mayormente en Argentina) para poder salir a divertirse sin que llueva.
Además también purifica el ambiente y repele la negatividad. La sal, conocida por sus propiedades limpiadoras, se usa para eliminar energías densas y vibraciones negativas. Al colocarla en forma de cruz durante la lluvia, se potencia su efecto purificador con el poder simbólico del agua natural.
Muchos lo ven como un acto de fe o conexión con lo divino. Al hacer la cruz de sal, la persona invoca paz, armonía y protección para su entorno, en especial si la lluvia viene acompañada de rayos o viento fuerte.
¿Cómo se hace correctamente?
El ritual es sencillo y puede adaptarse a las creencias personales. Generalmente, se realiza así:
- Se toma un poco de sal gruesa (puede ser sal marina o común).
- Se dibuja una cruz sobre el suelo, cerca de la entrada de la casa o en una zona visible del patio.
- Opcional: clavarle un cuchillo en el medio
- Algunas personas acompañan el gesto con una oración o intención positiva, como pedir para que la lluvia cese.
Hacer una cruz de sal cuando llueve no solo refleja la riqueza del folclore popular, también demuestra cómo pequeños gestos cotidianos pueden transformarse en actos de fe, conexión y protección emocional.