Entre los años 90 y principios de los 2000, los kioscos argentinos eran verdaderos templos del consumo infantil y adolescente. Golosinas, snacks y bebidas que hoy parecen casi leyendas urbanas formaban parte de la vida diaria de miles de personas.

Con el paso del tiempo, muchos de esos productos desaparecieron sin hacer ruido, pero quedaron grabados en la memoria colectiva. Estos son algunos de los que ya no se fabrican más, pero aún generan nostalgia.

¿Cuál es el producto que todos comíamos en la infancia y ya no se ven en argentina?

La industria alimentaria en Argentina ha visto la desaparición de varios productos que, durante décadas, fueron parte esencial de las meriendas y las tradiciones familiares. Algunos de ellos son:

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Chicle Jirafa de Bazooka: Esta golosina, chiclosa y muy dulce, venía en forma alargada tal como el cuello de una jirafa. Era un clásico entre los chicos que buscaban algo diferente a las golosinas tradicionales. Su combinación de acidez y azúcar era adictiva. Sin embargo, entre crisis económicas y cambios en la industria, la Jirafa de Bazooka se extinguió.

Tubby 3 y Tubby 4: Estas obleas bañadas en chocolate marcaron a una generación. El Tubby 3, con capas de maní y caramelo, y el Tubby 4, más chocolatoso, eran infaltables en la merienda.

Eran económicos, sabrosos y fáciles de compartir. Con la llegada de marcas internacionales y nuevas tendencias de consumo, su producción se discontinuó a principios de los 2000.

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Serenito Copa: Aunque el postre Serenito aún existe, su versión “Copa”, más grande y con capas de chocolate, crema y dulce de leche, desapareció de los supermercados y kioscos. Era un símbolo de las meriendas más indulgentes, pero hoy solo queda en los recuerdos.

Mr. Pop: Un intento nacional de competir con las paletas rellenas de chicle estadounidenses, el Mr. Pop era una explosión de sabor frutal con un centro chicloso. Su envase plástico y sus sabores intensos lo hacían irresistible. Hoy los trompitos Twister ya no se consigue en ningún kiosco.

Muchos de estos productos desaparecieron sin explicaciones, reemplazados por opciones más modernas o internacionales. Pero quienes los probaron saben que no hay nada que se les parezca.

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