El sistema de transporte MTA de Nueva York reemplazará los entrañables vagones retro con asientos naranjas y amarillos por nuevos modelos más modernos, generando nostalgia y debate entre los usuarios sobre el equilibrio entre modernización y carácter histórico. A continuación te contaremos más sobre este gran cambio.

La modernización tiene un precio emocional

La Autoridad Metropolitana del Transporte (MTA) de Nueva York anunció esta semana la compra de 435 nuevos trenes modelo R211, una decisión que marca el fin definitivo de una era. Estos vagones de alta tecnología, equipados con cámaras de seguridad, iluminación intensificada y mapas digitales sobre puertas extra anchas, reemplazarán a los modelos R44, R46 y R68, que han sido parte del paisaje urbano desde las décadas de 1970 y 1980.

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Los asientos del metro de Nueva York ya son algo reconocido mundialmente.

Los asientos del metro de Nueva York ya son algo reconocido mundialmente.

Los antiguos vagones, reconocibles por sus característicos asientos en forma de L en tonos naranja y amarillo, han sido durante décadas más que simples medios de transporte. A pesar de que su tasa de averías duplica la de los modelos más nuevos, estos vagones vintage han ganado un lugar especial en el corazón de los neoyorquinos.

El debate entre funcionalidad y carácter

Los nuevos trenes, cuya entrega comenzará en 2027, representan una mejora significativa en términos de tecnología y eficiencia en Nueva York. Sin embargo, muchos usuarios lamentan la pérdida de elementos que hacían única la experiencia de viajar en estos vagones clásicos, la iluminación más tenue, las vistas desde las ventanas que convertían un viaje rutinario en algo más especial, y la ausencia de las invasivas publicidades digitales que ahora proliferan en el sistema.

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Estos asientos cambian la estética del metro.

Estos asientos cambian la estética del metro.

El diseño de los vagones antiguos reflejaba una filosofía diferente sobre el transporte público. La disposición de los asientos en "L", conocida como "asientos conversacionales", fue imaginada para facilitar la interacción entre pasajeros, aunque algunos usuarios más altos siempre la consideraron incómoda. Lo más relevante es que estos vagones surgieron durante una época de temor generalizado al crimen y declive cívico, y la respuesta entonces fue hacer el transporte más humano y acogedor.

En contraste, la respuesta actual a preocupaciones similares sobre seguridad ha sido instalar luces más brillantes, retirar bancos y aumentar la presencia policial. Para muchos, la pérdida de estos asientos naranja representa algo más que un cambio de mobiliario, simboliza el fin de una era donde el diseño del transporte público priorizaba la hospitalidad sobre la eficiencia.

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