Este árbol requiere un clima templado para prosperar, con inviernos fríos que favorecen su floración y veranos cálidos que permiten el desarrollo de los frutos.
Como toda planta, el árbol de durazno necesita suelos bien drenados y ricos en nutrientes para crecer de manera saludable. Germinar la semilla de esta fruta es un proceso que requiere de gran paciencia.
Lo primero que hay que hacer es extraer la semilla del hueso de un durazno maduro. Limpia el hueso de la fruta y déjala secar durante un par de días. Posteriormente, con un alicate o pinza, puedes abrir este hueso para obtener finalmente la semilla y comenzar el proceso.
Coloca la semilla en un vaso de agua y deja que se hidrate por 24 horas. Esto ayudará al proceso de germinación del árbol de durazno. Luego, envuelve la semilla en una servilleta y colócala en una bolsa de plástico o en papel aluminio.
Para simular las condiciones invernales que necesita una semilla de durazno al germinar deberás ingresar la bolsa o el papel a la heladera por un período de cuatro a ocho semanas.
Qué hacer con la semilla germinada
Planta la semilla germinada en una maceta con tierra rica en materia orgánica y buen drenaje. Coloca la semilla a dos centímetros de profundidad y riega cuidadosamente para comenzar a ver los resultados en tu árbol de durazno.
Una vez que el principio de árbol alcance los diez centímetros de altura, recién ahí puedes transportarla a una maceta más grande o al jardín. Con todo establecido, es fundamental que sigas los cuidados necesarios para garantizar el crecimiento del duraznero y la producción de sus frutos.