La lavanda es una planta que puede crecer fácilmente en el jardín, como así también en el interior de casa. Para que este ejemplar de flores perfumadas y coloridas se desarrolle de manera correcta, dentro de su maceta, debemos poner en práctica los consejos que brindan expertos en jardinería.
La lavanda requiere cuidados específicos para su correcta floración.
Jardinería: lo que debes hacer con tu lavanda en maceta para gozar de una belleza exuberante
Si bien el abono y la poda son fundamentales en una lavanda, también es cierto que existe un cuidado especial para que este ejemplar se desarrolle perfectamente en su maceta. En este marco, expertos en jardinería sostienen que la clave estará en el tipo y tamaño del recipiente.
Especialistas sostienen que la lavanda está acostumbrada a crecer en el suelo, por lo que necesitará de una maceta profunda. En consecuencia, con un recipiente de 40 centímetros de diámetro será suficiente. Caso contrario, si no se respeta esta indicación, la planta no se desarrollará correctamente, tanto en el tamaño como en la cantidad de flores.
En esta línea, respecto a las características de la maceta, los expertos indican que se recomienda una de cerámica o arcilla, sin pintar ni esmaltar. Al ser porosa, permite que el agua que sobra se evapore con mayor facilidad y sus raíces no se encharquen. Además, la misma tiene que contar con el drenaje adecuado, por lo que es imprescindible que el recipiente tenga agujeros en la parte inferior.
Para acelerar el crecimiento de tu lavanda en maceta, es importante saber en qué lugar de casa colocarla. La fuente citada indica que este ejemplar necesita recibir iluminación solar, por lo menos durante seis horas al día. Por lo tanto, tendrás que colocarla detrás de una ventana en donde el sol impacte de lleno. Se conseguirán mejores resultados si sacamos el recipiente al exterior y lo guardamos al atardecer.
Por otro lado, puedes complementar estas recomendaciones con otros cuidados de jardinería para la lavanda:
- Riego: el mismo debe ser corto y moderado, evitando el exceso de agua. Además, el riego tiene que ser sobre el sustrato y no sobre las flores.
- Suelo: si es arcilloso, mejorar el drenaje añadiendo arena o grava.
- Poda: realizar la poda después de la floración, cortando los tallos que ya florecieron.