La pregunta inevitable luego de este registro fue ¿esa rata habría tenido alucinaciones?. “Es que la serotonina está vinculada con ellas”, explica Borjigin, quien al ver esa explosión del neurotransmisor despertó su interés. Posteriormente explicó: “Ese fin de semana, me puse a investigar literatura especializada porque creía que habría una explicación. Busqué una y otra vez y terminé dándome cuenta de que sabemos muy poco sobre el proceso de morir”.
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La actividad cerebral tiende a activarse en los momentos previos a la muerte.
Desde entonces, Borjigin se dedicó a estudiar qué pasa en el cerebro humano cuando estamos muriendo. Y lo que descubrió -asegura- va en contra de lo que -ella y mucha gente- tenía asumido.
LA DEFINICIÓN DE MUERTE
La especialista en neurociencia planteó la necesidad de observar el cerebro antes de morir y puso como ejemplo: “Cuando una persona sufre un paro cardíaco, el comportamiento más obvio es que colapsa, se cae, se desmaya. La llamás por su nombre y no contesta, la tocás y no responde, no se mueve, es como si estuviera muerta”. Entonces se hacen necesarias máquinas y profesionales que determinen la muerte de la persona. "Generalmente se le revisan los brazos o el cuello y si no se detecta actividad se declara la muerte clínica por paro cardíaco y no cerebral".
Borjigin detalla: “Para toda la medicina, incluso para la comprensión científica, pareciera que el cerebro no está funcionando porque no hay respuesta: la persona no puede hablar o sentarse”. Todas las señales superficiales apuntan a que el cerebro se vuelve hipoactivo”. Sin embargo, las investigaciones de ella y su equipo muestran algo diferente.
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En un estudio de 2013 con ratas, los científicos de la Universidad de Michigan observaron una intensa actividad de varios neurotransmisores después de que los corazones de los animales se detuvieran y sus cerebros dejaran de recibir oxígeno. “La serotonina aumentó 60 veces; la dopamina, que es una sustancia química que te hace sentir bien, se incrementó de 40 a 60 veces; la noradrenalina, que te pone muy alerta, también ascendió”, explicaron.
La especialista remarca que esos niveles tan altos de actividad cerebral “nunca los ves” cuando el animal está vivo. En 2015, publicaron otro estudio sobre el cerebro agonizante en ratas. “En ambos, el 100% de los animales mostraron una intensa activación de la función cerebral”, señala la experta. “El cerebro estaba en un estado hiperactivo”.
Neurociencia: qué pasa con el cerebro humano cuando está por morir
En 2023, publicaron una investigación hecha en seres humanos en la que se concentraron en cuatro pacientes que estaban en coma y con soporte vital, todos con electrodos de electroencefalografía. “Estaban muriendo por diferentes enfermedades”, señala la científica.
Cuando se estableció que “estaban más allá de cualquier procedimiento médico que pudiese ayudarlos, decidieron dejarlos ir” graficó la neurocientífica. Con permiso de los parientes, se les retiraron las asistencias respiratorias mecánicas.
Los investigadores encontraron que en dos de los pacientes se registró una alta actividad cerebral vinculada con funciones cognitivas. Se detectaron ondas gamma -las ondas cerebrales más rápidas- que están involucradas en procesamientos complejos de información y en la memoria.
Cuando se desconecta el respirador de un paciente -precisa la especialista en neurología- se produce una hipoxia generalizada, siempre asociada con un paro cardíaco, cuando el corazón no bombea sangre. “La hipoxia parece ser el tema unificador para activar el cerebro. Y es que tan pronto como se retiraron los respiradores , los cerebros de dos de los cuatro pacientes se activaron en segundos”.
Sin embargo, mientras que en las ratas los científicos habían observado una activación global y todo el cerebro estaba encendido, “en los humanos, solo unas partes se activaron”. Se trató de áreas asociadas con funciones conscientes del cerebro, también con los sueños y las alucinaciones visuales. "Se activó la parte de la percepción sensorial", explica.
Una parte cerebral que vieron activarse es la llamada área de Wernicke, vinculada con el lenguaje, el habla y la escucha. “Demostramos que el lóbulo temporal en ambos lados es la parte que más se activa”. Ubicada cerca de nuestros oídos, esa sección es muy importante no solo para el almacenamiento de la memoria, sino para otras funciones cognitivas.
Borjigin resalta que la unión temporoparietal (TPJ, por sus siglas en inglés) del lado derecho del cerebro se relacionó con el desarrollo de la empatía. “De hecho, muchos pacientes que sobrevivieron a paros cardíacos y que tuvieron experiencias cercanas a la muerte (ECM) dicen que esas experiencias los cambiaron para mejor, que sienten más empatía”.
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Una parte cerebral que vieron activarse es la llamada área de Wernicke, vinculada con el lenguaje, el habla y la escucha.
Experiencias cercanas a la muerte
Muchas personas que estuvieron a punto de morir o que registraron una muerte clínica y sobrevivieron gracias a las técnicas de reanimación, dijeron haber tenido ECM. Algunas hablaron de haber recorrido sus vidas en un flash o de recordar momentos clave; muchas de haber visto una luz intensa; otras de haber salido de sus cuerpos, elevarse y ver lo que sucedía a su alrededor.
La pregunta que se plantea con los estudios de Borjigin es ¿ese cerebro hiperactivo puede explicar por qué algunas personas han tenido esas experiencias tan intensas en el umbral de la muerte? “Creo que sí”, responde la especialista.
Su estudio de 2023 señala que en un grupo de personas que sobrevivieron en un paro cardíaco, al menos 20% o 25% reportó haber visto una luz, lo que significa que tenían activada la corteza visual.
Incluso hay pacientes que sobrevivieron y reportaron haber escuchado lo que pasaba durante su cirugía o lo que dijeron los paramédicos que los socorrieron después de sufrir un accidente automovilístico”. En referencia a los dos pacientes que murieron, la profesora indica que “la parte del cerebro encargada de la percepción del habla, del lenguaje, la posterior hot zone, estuvo muy activa en ambos”.
Lo que plantea Borjigin es que la muerte se ha enfocado mucho tiempo en el corazón y que el cerebro deja de funcionar cuando una persona sufre un paro cardíaco. “Pero, ese fenómeno no es consistente con las observaciones de las personas que han tenido experiencias cercanas a la muerte. ¿Cómo es posible que una persona pueda tener experiencias mentales extremadamente emocionales, impresionantes, de ver una luz, oír voces, sentirse fuera del cuerpo, flotando en el aire? Todo eso es parte de la función cerebral” sostiene la especialista.
Luego afirma: "La idea de que esas experiencias subjetivas provienen del exterior del cuerpo no se puede comprobar, es imposible”.
“Por eso, desde el principio, he creído firmemente que provienen del cerebro, incluso aunque sea paradójico porque se piensa que el cerebro no funciona cuando se sufre un paro cardíaco. Estoy convencida de que las experiencias cercanas a la muerte provienen de la actividad cerebral que se produce antes de que cesen los signos vitales del corazón y del cerebro, no de una actividad posterior”.
Dinalmente Borjigin reconoce que su estudio en humanos es muy pequeño y que hacen falta muchas más investigaciones sobre lo que ocurre en el cerebro cuando estamos muriendo. Sin embargo, tras más de diez años enfocada en esta área, hay algo que tiene claro: “El cerebro, en lugar de estar hipoactivo, se vuelve hiperactivo durante un paro cardíaco. Necesitamos mejorar nuestra comprensión de la función cerebral durante una crisis como esa”.