Con la sonrisa de siempre y su humor intacto, señala: "Tengo una sombrilla verde que me salva de los rayos más fuertes y, además, cuando estoy ocupada no siento ni frío ni calor. Acá paso las cuatro estaciones, eso incluye lluvia y nieve. No me quejo”.
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"Ni frío ni calor; tengo que trabajar", dijo Carolina.
Nacida el 21 de marzo de 1961, estudió en la Facultad de Arte y Diseño de la UNCuyo, se recibió de maestra de Plástica, se casó y tuvo tres hijos. Cuando se jubiló y su esposo quedó desempleado debido a problemas de salud, vio que el sueldo no alcanzaba. Además, una de sus hijas estudia en Villa Mercedes y había que costear el gasto.
Fue así que alguien le dio la idea de salir a vender y no lo dudó. Además del clima, también le advertían que podía ser peligroso. “Pero jamás, en todo el tiempo que hace que estoy vendiendo en la calle, tuve un solo problema. Los camioneros me conocen y me respetan”, asegura Caro, a quien la alegría de vivir se le nota hasta en la voz.
Federico le pone el cuerpo a la construcción
Federico Ozán vive en un barrio humilde de La Estanzuela, en Godoy Cruz, y a los 18 años tiene que trabajar para colaborar en su casa y es albañil en una obra de Ciudad. Claro que el calor lo tiene a maltraer, por eso asegura, sin dudar, que “toda la vida” prefiere el frío.
Fede sabía desde temprano que este miércoles el día venía álgido, como suele ser el verano mendocino: abrasivo, aplastante. Por eso llevó a su trabajo la religiosa botella de agua fresca que va rellenando a cada rato con la manguera de la misma obra.
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Federico Ozán es albañil y tiene 18 años. "La botella de agua jamás me abandona", dice.
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“Y la gorra, que algo ayuda”, señala. Según dice, la ropa manga larga repele el calor, por eso Federico está vestido como si el verano pasara por alto. “Se aguanta, no queda otra”, afirma.
De 8 a 17, casi en el horario más difícil, trabajará como ayudante de albañil en uno de esos días que, para muchos, son para el olvido.
Marisa una y sonrisa a pesar del calor
Marisa no deja de sonreír ni siquiera con las temperaturas más rigurosas. Ayuda con las tareas domésticas en un domicilio cerca de El Challao y su mejor secreto son los lentes y el sombrero que la acompañan todo el verano.
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Marisa le pone toda la actitud a su día de trabajo.
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“Tengo trabajo y es lo es lo único que importa”, aclara, para agregar que este año, a excepción de algún día en alguna pileta, no se tomó vacaciones. Casada y mamá de una hija, vive en Las Heras y concluye: “Me gusta empezar el día bien temprano para tener las tardes libres en la pileta de lona que tenemos en casa”.
Enzo, contento de tener trabajo
A los 26 años, Enzo sabe muy bien lo que significa tener trabajo y lo agradece, aunque también padece estos días de intenso calor.
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Enzo lleva siete años como jardinero y soporta el calor como puede. "Vestido de largo es mejor", asegura.
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Oriundo de Godoy Cruz, hace siete años que se dedica a la jardinería junto a su familia. Su padre y hermanos le enseñaron el oficio y él lo aprendió rápidamente y con entusiasmo.
"Está pesado, la verdad. Pero estamos acostumbrados", dijo, vestido de pies a cabeza, la mejor manera de protegerse de los rayos de sol propios de estas jornadas de intenso calor.