Los Chinchorro, una cultura precolombina que habitó la zona costera de Chile y el sur de Perú, desarrollaron sofisticadas técnicas para preservar los cuerpos de sus muertos. Estas momias, que datan desde el 7020 a.C. hasta el 1110 a.C., son el testimonio de la capacidad de los Chinchorro para practicar una de las formas más antiguas y complejas de momificación en la historia de la humanidad.
Aunque se desconoce el lugar exacto de su origen, las características de su momificación y la fecha de su donación sugieren que podrían tratarse de las momias descubiertas por el arqueólogo alemán Max Uhle. Uhle, reconocido por sus excavaciones en la región, fue uno de los primeros en investigar y documentar los restos momificados de la cultura Chinchorro, hallados en el desierto de Atacama, un proceso que marcó un hito en el estudio de las civilizaciones precolombinas de América del Sur.
Historia y arqueología: ¿cómo vivía esta civilización de atacama?
Desde la perspectiva de la arqueología, la cultura Chinchorro destaca por su vida marítima sedentaria, lo que les permitió explotar los recursos marinos durante todo el año. Esta organización social se refleja en la construcción de viviendas permanentes, cementerios y complejas prácticas de momificación artificial, elementos que, según la historia, eran raramente observados en pueblos nómadas de la época.
Además de la explotación marina, Los Chinchorro complementaban su dieta con la caza de auquénidos y aves, así como la recolección de plantas como quinoa y junquillo. En el campo de la arqueología, sus herramientas, como anzuelos de concha pulida y arpones con cabezales desprendibles, proporcionan valiosa información sobre sus métodos de pesca y caza. Estas prácticas son fundamentales para comprender la historia de esta cultura, ya que demuestran su capacidad para adaptarse a su entorno y utilizar de manera eficiente los recursos naturales disponibles.