Para muchos argentinos, las golosinas son mucho más que simples dulces: son recuerdos de la infancia, momentos compartidos y sabores que evocan nostalgia. A lo largo de los años, algunas de estas golosinas icónicas han desaparecido de los kioscos de Argentina, dejando un vacío en el corazón de los más golosos.

Las tradicionales golosinas argentinas que ya no se fabrican más

  • Tubby: Las obleas Tubby, especialmente las Tubby 3 y Tubby 4, fueron un clásico de los años 80. Su combinación de oblea crujiente, chocolate o maní y caramelo las convirtió en un éxito rotundo. Más adelante, durante los años 90, salieron las versiones Tubby 5 -hecho con arroz crocante- y Tubby 6.
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  • Naranjú: Esta gaseosa de naranja en polvo fue la compañera inseparable de muchos niños en los recreos. Su sabor intenso y su practicidad la hicieron muy popular. Eran tan comunes como las llamadas Mielcitas que, a diferencia de las Naranjú, siguen vigentes al día de hoy. Ambas dos estaban siempre colgadas en los kioscos y eran muy fáciles de encontrar por su alta demanda.
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  • Topolín: Los chupetines Topolín, con su forma de ratón y sus diversos sabores, eran una delicia para grandes y chicos. Su diseño original y su sabor dulce los hicieron inconfundibles. Era otro clásico de las viejas épocas: un chupetín con sabor a fruta que, aunque era rico, la gran mayoría compraba por los regalos sorpresa que venían con el producto.
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  • Alfajor Suchard: Este alfajor, con su relleno de mousse de chocolate, fue un verdadero manjar. Su textura suave y su sabor intenso lo diferenciaban de otros alfajores del mercado.
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  • Chicles Puaj: Eran totalmente ácidos. Comer uno era como asumir un reto frente a tus amigos, para ver quién aguantaba más tiempo con el chicle en la boca.
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Estas golosinas, aunque ya no se fabrican o son difíciles de conseguir, siguen vivas en la memoria de muchos argentinos. Sus sabores y sus recuerdos nos transportan a una época más simple, donde un dulce podía alegrar el día.

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