Pero también da clases virtuales para un diplomado en una universidad de México, y para otro diplomado que se va a abrir en la Universidad Maza. "Y cada tanto, algún congreso, alguna charlita. Es algo de mi profesión que también me gusta, esa parte de transmitir lo que sé ya que alguien alguna vez lo hizo por mí", expresó.
Como si fuera poco, en su actividad diaria todas las semanas se hace tiempo para jugar al básquet, deporte que le gustó desde chica y que ahora no deja de lado. Una ayuda importante para esto es su altura, ya que mide 1,78 metros.
"Después que de atender 15 gatos en el día, me pongo las calzas, las zapatillas y voy. Obviamente juego en un equipo de veteranas, y somos el último orejón del tarro. Nos dan la cancha a las 10 de la noche y a esa hora jugamos al básquet, pero no falto ni un solo día", aseguró Luciana.
La veterinaria cat friendly de Mendoza que formó su propia carrera
"Siempre me gustó veterinaria y los gatos siempre fueron parte de mi vida porque había en mi casa y me llamaban mucho la atención. Pero durante la carrera no aprendí mucho de gatos. Eso fue lo tuve que buscar después, una vez que me recibí", señaló Luciana Monllor.
Reveló: "En mi familia no hay ningún veterinario. Son todos profesionales, mi papá es contador y mi mamá arquitecta. Yo no tenía un caminito para seguir, Lo hice sola. Fui autodidacta".
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A la médica veterinaria Luiana Monllor le gustaban los gatos desde muy niña.
Foto: Gentileza Luciana Monllor
La más chica de tres hermanas decidió irse de Mendoza hacia Río Cuarto (Córdoba) para empezar a forjar su futuro en veterinaria. "Se les destruyó el corazón, pero ellos me llevaban a conocer la universidad. Siempre me fomentaron eso y siempre me vieron muy determinada, muy decidida".
Luego de recibirse en el 2007 debía definir cómo seguir. "La Universidad de Río Cuarto es muy prestigiosa, pero está muy orientada a animales de campo porque está metida en el medio de la sierra de Córdoba. Hay muchos animales de tambo, pero no aprendí casi nada de gatos".
Con mucho esfuerzo, consiguió una beca para irse a Buenos Aires a trabajar con el veterinario Alejandro Paludi para aprender más sobre lo que quería saber: medicina felina.
Luego de un año en el que adquirió mucha experiencia, estaba por volver a Mendoza pero Paludi, a quien ella llama su "papá veterinario" le dijo que un colega de México muy reconocido recibía pasantes extranjeras y la recomendó para ir.
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Luciana Monllor estudió veterinaria en Río Cuarto, Córdoba, y trabajó con felinos en Buenos Aires y México, hasta que hizo la especialización en Rosario.
Foto: Diario UNO / Martín Pravata
Ante la gran posibilidad, no lo dudó y Luciana Monllor viajó para trabajar con el doctor César Morales, quien tiene su clínica casualmente en la ciudad de León, en Guanajuato.
"Fui a una clínica general muy bien puesta, pero llevaba dos o tres semanas y no había entrado ni un solo gato. Atendía otros animales, y muchísimos hurones. Era la primera vez en mi vida que veía un hurón y las mexicanas hasta el día de hoy se ríen de mí por eso", recordó Luciana.
El giro que le dio Luciana Monllor a la veterinaria de México
Su gran pregunta era: "¿Por qué no iban los gatos a la veterinaria?". Curiosa y observadora, vio cómo no se hacía foco en los gatos: "Cuando preguntaban con quién convivía el perrito que habían llevado, si el tutor decía que había un gato era un dato que pasaba de largo".
De esa manera, empezó a concientizar a las personas que estos animales también necesitaban revisión médica y vacunas: "Así empezaron a llegar los gatos a la veterinaria y mis colegas me querían matar. Me dijeron: 'Llegaron los gatos, los vas a atender vos', y yo estaba en mi salsa".
Además, de otras veterinarias comenzaron a derivarle muchos pacientes: "Yo no tenía un nombre, era una nacionalidad: la Argentina que atiende gatos, pero estaba feliz".
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Su familia y su gran determinación fue un claves para formarse como veterinaria especializada en medicina felina.
Foto: Diario UNO / Martín Pravata
Desde ese momento el dueño de la clínica le llevó libros de gatos, que Luciana se leía con gusto. "De a poco fui generando esa necesidad que hasta el momento no estaba en la veterinaria. Llevaba ocho meses como pasante cuando César Morales me dijo que quería que me quedara a trabajar".
Estaba en ese plan, hasta que su veterinario referente en Argentina le dijo que tenía que regresar ya que había abierto la especialidad en Medicina Felina, y debía hacerla para obtener ese título. Así fue como volvió a Mendoza y viajaba una vez por mes a Casilda, en Rosario, donde cursaba.
"Volví a Mendoza a buscar trabajo para pagarme la especialidad pero hacía muchos años que no estaba acá y no era nadie, no me conocían". Al poco tiempo comenzó en una veterinaria en Chacras de Coria donde retomó la atención de animales en general, especialmente perros.
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Volvió de México a Mendoza para cursar en Rosario la especialidad en medicina felina.
Foto: Martín Pravata/ Diario UNO
Luego de un año y medio, Luciana Monllor obtuvo el título en medicina felina "pero no había todavía como un nicho acá para trabajar de eso. En el 2012 de a poquito empecé a trabajar en la Universidad Maza, que tiene la carrera de Medicina Veterinaria, y cuenta con un hospital donde se empezó a generar el espacio para que los gatos se atendieran aparte. Durante varios años hice ese trabajo ad honorem".
"Después empecé a trabajar en la veterinaria Cuatro Patas. El dueño es neurólogo y los colegas le derivaban los casos. De a poco se empezó a correr la bola de que había alguien que hacía medicina felina", detalló Luciana.
Para atender gatos, más que veterinario hay que ser detective
"El gato es un paciente muy difícil. Al veterinario común, que antiguamente éramos todólogos, teníamos que saber de todo, no le gusta atender gatos porque tiene otro carácter y no solamente te tenés que defender de la boca, sino de sus cuatro patitas. Y cuando un gato está enojado es muy difícil de manejar", precisó la especialista en medicina felina.
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Luciana atiende con mucha delicadeza y amor a cada gato que llega a su veterinaria de Godoy Cruz.
Foto: Diario UNO / Martín Pravata
Además, el gato "es ocultador de síntomas, no los manifiesta tempranamente como el perro que es más espamentoso. Lo traen de sus ancestros, de la vida silvestre, ya que en la naturaleza ellos son presas y son cazadores solitarios. Entonces si se muestran débiles, los atacan. Por eso, generalmente cuando el gato llega a la veterinaria es porque ya viene complicado".
Agregó: "Más que veterinario hay que ser detective, hay que adivinar qué le pasa. Y el 90% de las consultas de los gatos te dicen: 'Lo veo raro', y uno tiene que investigar qué le pasa"
Luciana Monllor fue la primera especialista en medicina felina en Mendoza, pero actualmente hay varios profesionales que se dedican a felinos y crearon una red de veterinarios. "De a poquito empezó a crecer la consulta. Pero el gran cambio que tuve yo, el momento de clic, fue la pandemia".
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La veterinaria Monllor es catfriendly y está todo pensado para ellos y sus tutores.
Foto: Diario UNO / Martín Pravata
"Creció un montón el trabajo sobre todo a los que hacemos medicina felina. Porque el gato, cuando vos le cambiás la rutina, se enferma. Hasta ese momento interpretaba que eran dueños de la casa, y cuando las personas que les llenaban el comedero de golpe se quedaron adentro de la casa, se empezaron a estresar", recordó la veterinaria.
De paso, la gente que no podía salir de sus casa por el aislamiento social, un turno en la veterinaria les daba un permiso para circular y les venía bien para salir un poco. "No dábamos abasto".
La pandemia y la oportunidad de una veterinaria solo para gatos
"Con ese crecimiento de trabajo fue que empecé a entender que estaba buena la idea de poner un consultorio solamente para gatos con un espacio cat friendly" y todo fue minuciosamente pensado: "Música para ellos, feromonas para bajar el estrés desde que llega a la sala de espera, estudié cuál era la mejor forma de jaulas para internación y las hice hacer"; pero también se ocupó que fuera un lugar para que los tutores -que serían como los padres- también se sientan a gusto.
Era todo un riesgo emprender un negocio solo para gatos, y encima en medio de la pandemia en el 2021. Muchos colegas le decían que se perdería más de la mitad del negocio, que son los perros: "En su momento fue una jugada. Al día de hoy digo que fue lo mejor que pude haber hecho. Gracias a Dios nunca, ni siquiera en la primera semana de apertura de mi local, tuve la sensación de tener poco trabajo o venir solo a pasar el lampazo. A las dos semanas empecé a llamar a gente para que me ayudara porque empecé sola con la veterinaria y no podía con todo".
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La veterinaria especialista en gatos pudo visitar a un león enorme en el ex zoológico de Buenos Aires.
Foto: Gentileza Luciana Monllor
Como todos la conocían, la recomendación que recibió fue llamar a su veterinaria con su apellido, algo que Luciana Monllor pensó mucho. "El día que le dije a mi papá que le iba a poner Monllor fue como que le nació el hijo varón. Un día me confesó que pasaba por acá, que no le queda de pasada para su casa, pero lo hacía para ver su apellido en el cartel".
En la pandemia también creció mucho la "telemedicina". Muchos colegas que conoció en diferentes charlas que dio en otras provincias, la contactan cuando ya agotaron todos sus conocimientos ante alguna patología felina. Muchas veces incluso la consulta es entre el veterinario, el gato y su tutor con ella.
"También tengo pacientes de San Juan o San Luis con quienes hacemos consulta virtual y cuando viajan trato de organizarles todo, en especial si tienen que hacer un estudio, para que lo hagan ese mismo día. Es algo que hace años era impensado", agregó la especialista.
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Luciana aseguró que su apellido no es una marca, sino que lleva su impronta en su atención a gatos.
Foto: Diario UNO / Martín Pravata
Además de la parte médica en sí, otra cosa que le gusta mucho a Luciana, es el vínculo de las personas con sus gatos: "Hace poco atendí a un señor inglés que se vino a vivir con su esposa a Tunuyán y me contactaron. Ninguno de los dos habla ni una palabra de castellano y se vinieron con sus siete gatos desde Inglaterra. Nos entendimos bastante bien y me llamó mucho la atención porque él vino a Mendoza a hacer negocios y en ningún momento pensó en dejar sus gatos".
"También me encanta tener que ponerme a estudiar e investigar y buscarle la vuelta a esos casos más desafiantes, y los que más me gustan, pero ver hasta dónde puede llegar la gente por sus gatos es lo más bonito de la profesión", agregó.
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La veterinaria que atiende solamente gatos esta toda preparada para su atención.
Foto: Diario UNO / Martín Pravata
Esta veterinaria completamente gatificada es todo lo que planeó Luciana: "Trato de que la gente que trabaja conmigo tenga esa impronta y esa calma que necesita la consulta felina. Ahora pienso en mejorar lo que más pueda lo que tengo, equiparla más, traer especialistas. La gente que trabaja conmigo fueron alumnas mías y están empezando en ese camino de especialidad. Tener un equipo que trabaje de la forma que a mí me gusta y que a la gente le guste como atendemos a su gatito. La proyección a futuro ahora es esa, formar gente que trabaje conmigo de la misma forma".
Recomendaciones y cuidados para gatos
Luego de conocerse la presencia de un murciélago con rabia hallado en Potrerillos, la especialista en gatos explicó que puede existir contagio debido al instinto cazador de los felinos.
"Uno de los vectores de la rabia es el murciélago. Si está enfermo vuela bajito, o está desorientado, son signos neurológicos porque la rabia ataca al sistema neurológico. Si anda bajito es factible que un gato lo pueda cazar por lo que siempre se recomienda, incluso hasta el gato que vive adentro del departamento, que tienen que tener la vacuna de la rabia al día. Es la única vacuna obligatoria para cualquier tenedor responsable de mascotas".
Respecto a los cuidados generales es importante la medicina preventiva. Tienen que ir una vez por año al veterinario, tener las vacunas que protegen su salud, y de paso prestarle atención a diferencias de comportamientos por ser grandes ocultadores de síntomas.
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Luciana Monllor con Dominó y Caramelo en su veterinaria.
Foto: Diario UNO / Martín Pravata
"En esa visita anual el veterinario tiene que hacer una buena revisación en la que se controla el peso, el estado del pelo, la boca, las articulaciones, la presión arterial que es un parámetro importante. A partir de los 10 años, se recomienda que a esa revisación anual se le sume un análisis de sangre", agregó Monllor.
La veterinaria especialista en medicina felina sostuvo: "En el gato encontramos enfermedades antes que se manifiesten con síntomas. Por eso lo más importante es la medicina preventiva".