Cuando realizamos actos buenos , ocurren procesos específicos en nuestro cerebro y generan felicidad. Además, se activan las zonas cerebrales relacionadas con el aprendizaje y la anticipación de la recompensa, incluyendo el estriado ventral, donde se libera dopamina. Esta activación está relacionada con lo que los científicos llaman la "calidez interior" que sentimos al ayudar.
Los beneficios duraderos de la generosidad
Marsh critica las listas de consejos para la felicidad que se centran en actividades solitarias como escuchar música, tomar un baño o comprarse algo. "Pueden darte un momento de placer, pero no felicidad duradera", afirma. En cambio, su investigación demuestra que donar dinero, acariciar el perro de un extraño o hacer voluntariado mejora nuestro estado de ánimo y la motivación para hacer el bien.
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Nos proporciona un sentido de orgullo por hacer algo que sabemos valioso.
Lo más interesante es que incluso observar actos altruistas tiene un efecto positivo. Marsh y su colega Shawn Rhoads descubrieron que ser testigos de actos de bondad nos genera felicidad, mejora nuestro humor, energía y deseo de hacer cosas buenas por los demás.
Sin embargo, la investigadora advierte que existe una paradoja, los beneficios solo se materializan cuando la ayuda es sincera y no surge de un sentido de obligación o búsqueda de beneficio personal.
Este enfoque científico sobre la felicidad ofrece una perspectiva refrescante en un momento en que muchas personas buscan formas de mejorar su bienestar emocional. La investigación de Marsh sugiere que la respuesta podría ser más simple de lo que pensamos, la verdadera felicidad se encuentra en tender la mano a los demás.