La implementación de esta medida podría prevenir cientos de miles de muertes por enfermedades cardiovasculares cada año solamente en países como China e India, según estudios de modelación citados por la organización.
Investigaciones a gran escala demostraron que más del 90% de las personas que probaron este sustituto continuaron utilizándolo después de cinco años, lo que sugiere una alta aceptación entre los consumidores.
Un aspecto destacado de esta alternativa es su versatilidad en la cocina, ya que puede reemplazar directamente a la sal común en cualquier preparación sin alterar significativamente el sabor de los alimentos.
Desafíos en la implementación
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Los alimentos procesados aportan demasiada sal al cuerpo.
Especialistas señalan que el principal obstáculo para adoptar esta recomendación es el costo. El cloruro de potasio, componente principal de estos sustitutos, tiene un precio de producción más elevado que la sal tradicional.
Una investigación publicada en 2021 encontró que los sustitutos de sal se comercializan principalmente en 47 países de altos ingresos, con precios que oscilan entre el mismo valor que la sal común hasta quince veces más.
La OMS reconoce que aproximadamente el 80% de la sal que consumimos proviene de alimentos procesados, por lo que resulta fundamental involucrar a la industria alimentaria en esta iniciativa.
Los expertos destacan la importancia de establecer advertencias claras en el etiquetado de estos productos, especialmente para personas con enfermedad renal avanzada, quienes deben evitar el consumo de potasio.