¡Atención!

¿Juegas al fútbol? Estos son los daños en el cerebro por cabecear mucho una pelota

La frecuente práctica de impactar la pelota con la cabeza en el fútbol puede ocasionar severos daños en el cerebro, según un estudio científico.

El fútbol es uno de los deportes más populares del mundo, sino el más popular. De forma profesional o como aficionados, cientos de millones de personas lo practican en distintos lugares, desde campos de césped hasta otros con alfombras sintéticas y baldosa. Pero una práctica vinculada al fútbol podría estar causando daños severos.

Cabecear la pelota de fútbol es una de las prácticas más frecuentes entre quienes practica este deporte, ya sea de manera profesional o amateur. Para convertir un gol, para despejar peligro, usar la cabeza para impactar la pelota es un recurso clave. Pero sus consecuencias están dando que hablar.

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¡Cuidado con los cabezazos en el fútbol! Los daños cerebrales que pueden ocasionar

Un flamante estudio de la Universidad de Columbia, encabezado por el doctor Michael Lipton -profesor de radiología del Centro Médico Irving- evidencia preocupantes resultados en el interior de la cabeza de quienes practicar fútbol y, en consecuencia, acostumbran a impactar el balón con ella. Una de las consecuencias más visibles tiene que ver con deficiencias en el habla que no son innatas, sino que se van desarrollando en el tiempo.

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Durante el trabajo se analizaron los cerebros a través de resonancias magnéticas de 352 futbolistas (profesionales y no) y de 77 atletas que practican otros deportes en los que no hay golpes de cabeza al balón. Y la conclusión fue que los cabezazos reiterados podrían dañar áreas relacionadas a las conmociones cerebrales, como -por ejemplo- la encefalopatía traumática crónica (CTE).

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Para Lipton, los efectos de cabecear el balón reiteradamente incrementa "la preocupación por los efectos adversos retardados de los impactos en la cabeza". Durante el estudio se rastrearon los cambios en las "microestructuras" cerca de la superficie de los cerebros de los deportistas analizados. Y aquellos que practicaban fútbol y reconocieron haber cabeceado frecuentemente los balones evidenciaron cambios en la materia blanca del cerebro adyacente a los surcos profundos en la superficie.

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