Fue la menor de once hermanos. Eso y el hecho de ser mujer no le impidieron transformarse en la primera doctora en Filosofía de Alemania, en discípula de Husserl, padre de la fenomenología, en vanguardia temprana del feminismo y, tras convertirse al catolicismo, en una destacadísima representante de las Carmelitas Descalzas.
Su intensa luz, su inspiración en este tramo, fueron San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila.
Atravesó la Primera Guerra Mundial sirviendo como enfermera y las turbias emanaciones de la Segunda Mundial le llevaron a ser asesinada, por su condición de “no aria”, en las inmediaciones de Auschwitz.
Hoy se la conoce como Santa Teresa Benedicta de la Cruz.
Edith Stein. Judía. Filósofa. Santa se titula el libro de Irene Chikiar Bauer, que habla -por segunda vez-, desde San Antonio de Areco, en un día de lluvia torrencial, con el programa La Conversación de Radio Nihuil.
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Irene Chikiar Bauer escribió sobre Santa Teresa Benedicta de la Cruz.
-Hola, Irene, buen día.
-Buen día. Muy agradecida por el llamado y por volver a conversar con ustedes.
-¿Cómo has hecho para abordar este libro? Te impusiste un trabajo denodado, monumental.
-Conocí o supe de Edith Stein en 1998, cuando el Papa la proclama santa de la Iglesia Católica. Entonces comencé a buscar libros sobre ella, también su autobiografía que, aunque es parcial, bueno, es una autobiografía.
-¿Cómo siguió la cosa a partir de ahí?
-Escribí un artículo periodístico, pero era muy complicado meterse en la filosofía, en esa historia. Por lo tanto, me seguí informando y, mientras tanto, escribí otros libros, como la biografía de Virginia Woolf, que también publicó Taurus.
-En resumen, abordar a Edith Stein era como escalar una montaña.
-Sí. Es una mujer excepcional, la primera doctora en Filosofía de Alemania, la primera en escribir una tesis doctoral sobre la empatía.
-Muy significativa como intelectual, pero también en relación con su entorno.
-Con esa vida excepcional tenía una entrega muy empática, justamente, a sus amigos, a su patria. Era una persona que creía firmemente en el mejoramiento de lo que fue el imperio prusiano. Después, cuando fue la República de Weimar, tuvo también ilusiones e, incluso, militó políticamente; pero por poco tiempo.
-¿Por qué fue breve esa militancia?
-Porque se desilusionó. Dijo que para estar en política se necesitaba una piel espesa y una conciencia robusta; y que de eso ella carecía.
-Muy precisa su intuición.
-Después viene este momento en el que, a través de la filosofía, muchos discípulos de Husserl, y Husserl mismo, que era judío, se convierten al cristianismo.
-Sí, es un dato muy llamativo dado el contexto de la época.
-Husserl bromeaba y decía que algún día lo iba a santificar la Iglesia Católica por la cantidad de discípulos que él había llevado al catolicismo, porque es a través de la fenomenología que llegan a la religión.
-A la par de todo esto, merece destacarse que Stein fue una vanguardia histórica del feminismo también, por la cantidad de cosas que hizo en pos de mejorar los derechos de la mujer. ¿Por qué las feministas no la tienen en un altar más importante?
-Es que ella, como Virginia Woolf en su momento o Victoria Ocampo, son feministas, cada una, respondiendo a su tiempo. Edith Stein fue feminista incluso cuando, después de leer el Libro de la vida, de Santa Teresa de Ávila, decide convertirse al catolicismo.
-¿Cómo cae esa conversión?
-La recepción es en el mundo católico de la época, llamada la primavera católica alemana porque eran muy progresistas. Y la convierten en una conferencista y profesora muy exitosa. Siempre sus escritos, que son muchos, y sus clases, muestran que siempre fue feminista, desde muy joven.
-Pero dentro de los cánones de entonces, ¿no?
-Es el feminismo de su época. No se puede pensar a las personas fuera de su contexto histórico, porque, si no, pretendemos cosas que ni se le pasaban por la cabeza.
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El libro de Irene sobre Edith Stein.
-Fue un tiempo de sostenida evolución para ella.
-Es un ciclo muy interesante. Incluso cuando una de sus hermanas, que es médica, se quiere casar y el futuro marido está en mala posición económica, ella le dice: cásense igual, vos trabajás, ya llegará el momento en que tengan dinero. Y agrega: yo no estoy en contra de que sea una mujer la que aporte el dinero a las familias.
-Muy avanzada para la época esa postura.
-Estamos en 1920. Nadie estaba pensando en estas cosas. Hablamos de más de cien años atrás.
-Además de los escollos de su tiempo, Edith tuvo que superar el hecho de haber nacido en el seno de una familia judía muy estricta. ¿Cómo se movía, entonces, frente a su madre Auguste, que era la típica yiddishe mame?
-En realidad, la madre, primero, la habilita a todo, porque ella misma, cuando queda viuda, lleva adelante un aserradero, que era una profesión bien de hombres. Hace exitoso negocio y deja que sus hijas menores vayan a la universidad cuando se habilita la posibilidad para que las mujeres entren.
-¿Y qué pasó con la carrera de Edith?
-Cuando quiere seguir Filosofía, que era una carrera muy poco rentada y, además, con poca posibilidad para las judías de conseguir puestos de docentes en Alemania, la madre le dice: bueno, si querés seguir filosofía, seguila. No le debemos nada a nadie.
-Muy progresista, también. Pero hubo puntos de disensión entre ellas.
-Lo que la madre no puede comprender es el pasaje a la conversión, porque era judía piadosa. Entonces le decía: pero ¿no te alcanza con nuestra religión, si uno puede ser piadoso dentro del judaísmo? Y ahí es donde ellas tienen un cortocircuito.
-Que se extendió en el tiempo.
-Sucede que, luego, en 1933, los nazis impiden que siga siendo profesora y que siga siendo conferencista. Ahí Edith entra al Carmelo, que es algo que deseaba desde hacía muchos años.
-Esas eran dos tareas en las que le iba muy bien.
-El mundo católico la quería en el mundo, dando conferencias y enseñando a las jóvenes mujeres, sobre todo universitarias. Pero, ante la imposibilidad de seguir en este trabajo, la dejan entrar al Carmelo, como decíamos. Ahí la madre estaba viva y fue un golpe tremendo, porque el Carmelo de esa época era realmente una clausura total. No se iban a poder volver a ver.
-¿Siempre ha sido así?
-Ahora, por entrevistas que yo hice a carmelitas, me cuentan que, si tienen un familiar enfermo, hay posibilidades de salir un poco de la clausura. Pero en aquella época no.
-Vos, sobre el principio del libro, citás al historiador italiano Enzo Traverso, diciendo que la historia de los judíos puede leerse como el sismógrafo de las sacudidas que han golpeado y transformado el mundo moderno. Estamos hablando de muchos años atrás, de principios del siglo XX. Sin embargo, hoy, en pleno siglo XXI, la cuestión judía sigue siendo un asunto candente. No tienen respiro.
-Es tremendo porque, además, todo lo que está pasando ahora, con una utilización a veces política, reaviva el trauma. Hay mucha gente dentro del judaísmo que responde desde ese trauma tan cercano de haber tenido a sus abuelos o a sus padres en campos de concentración. Por lo tanto, es muy difícil el análisis de estas situaciones tan difíciles, porque justamente lo que se está reviviendo es un trauma.
-Con algunos patrones que se repiten, ¿no?
-A nivel europeo y a nivel mundial, lo que nos tiene que también llamar a la reflexión, respecto de la época de Edith Stein, es la inclinación de los gobiernos hacia derechas muy conservadoras, muy antiinmigrantes, muy centradas en el sálvese quien pueda.
-No siempre se aprenden las lecciones de la historia.
-Parece mentira. Hay cosas que se creían superadas por el estado de bienestar surgido después de la Segunda Guerra Mundial y por toda esa movilización social ascendente en Europa, en Estados Unidos, en nuestros países. Pero, ahora, tenemos crisis económicas, guerras, un sistema capitalista en donde muy pocos tienen la mayoría de la riqueza del mundo. Todo eso facilita que vuelvan discursos, viejos pensamientos que creíamos superados.
-Vos das cuenta, también, de la grieta que había en tiempos de Stein entre los judíos ortodoxos y los judíos más liberales o más avanzados. Hoy sigue ocurriendo algo similar. Nosotros hemos entrevistado en este programa, últimamente, a varios escritores de ascendencia judía y sus posiciones suelen no coincidir.
-Lo que pasa en el judaísmo, como en el catolicismo, como en cualquier ismo, qué sé yo, como en el peronismo, es que tenés gente de derecha y gente de izquierda. Y muchas veces la separación es por esa forma de pensar.
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Para Irene en todos los movimientos hay gente de derecha y gente de izquierda.
-Está muy patente en todo momento, es cierto.
-Entonces, vos no podés englobar a ninguno de estos movimientos diciendo que tienen ciertas ideas fijas, no, porque dentro de cada uno de ellos encontrás un enorme espectro ideológico que va de un extremo al otro. Incluso, si pensás en los feminismos. El feminismo no es “un” feminismo.
-Son muchos, claro. Varios de nuestros entrevistados, obviamente, no adoptan una posición antisemita, pero son muy críticos del actual gobierno de Israel, en especial de Netanyahu.
-Por eso mismo, porque vos tenés, incluso, a gente a la que se le reanima el trauma; entonces no puede pensar de otra manera y apoya lo que está haciendo este gobierno de Israel; y gente que para nada lo apoya. Están los judíos por Palestina, por ejemplo, activos en todo el mundo. Son cosas muy complejas.
-Complejas en grado extremo.
-¿Y sabés cuál es el peligro? De lo complejo, hacerlo simple.
-¿Qué pasa en ese caso?
-Cuando a lo complejo lo hacés simple y das soluciones mágicas, la gente, a veces, con esa categoría sartreana de no querer ver las cosas, de no querer profundizar, de mala fe, puede entrar en situaciones horribles, como fue el nazismo en la década del treinta.
-¿Cómo fue? Recordalo, porque este período está en el corazón de tu libro.
-Un señor, al que le dan el gobierno sin tener la mayoría, poco tiempo después alcanza la mayoría electoral. ¿Por qué? Porque puso dinero en los bolsillos de los alemanes, porque los estabilizó un poco y porque reprimió, en campos de concentración y de trabajo, primero, a los opositores y después, inmediatamente, a los judíos.
-Hablando de discursos simplistas, se tiende a echarle toda la culpa de esto a Hitler como si fuese un marciano caído del cielo. ¡Pero toda Alemania, uno de los países más cultos de Europa, se embanderó detrás del Führer! Había filósofos y hasta curas protestantes que lo seguían.
-Es lo mismo que acabamos de decir. En todo ismo tenés de todo. Lo peligroso es que siempre hay gente que no está de acuerdo con la situación imperante. Pero ese grupo muchas veces termina silenciado, reprimido, torturado o los matan. Y en Alemania pasó también eso.
-De lo cual das sobrado testimonio en tu libro.
-Por todos estos problemas económicos que había, empieza a haber migraciones grandes de judíos de los países pobres hacia Francia y otros países. Entonces, empieza esta cuestión famosa contra el inmigrante pobre.
-Con excepción de algunos países.
-En Holanda, los judíos estaban instalados desde hacía cientos de años. No tenían ahí este problema con el judaísmo inmigrante pobre que estaba llegando, expulsado, a los distintos lugares. Entonces los obispos, cuando los nazis invaden Holanda y empiezan con sus medidas, escriben una carta de reprobación y la hacen leer en los púlpitos.
-Lo cual tuvo sus consecuencias, ¿no?
-Los nazis dijeron: bueno, vamos a ir por todos los judíos conversos a todos los conventos y a todas las iglesias, para asustar y amedrentar. Y fue lo que hicieron. Por eso se llevan a Edith Stein con un grupo de gente, en el que estaba su hermana, y son de los primeros en ser asesinados en Birkenau, en las cercanías de Auschwitz.
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Irene Bauer dejó conceptos muy claros en la entrevista con La Conversación, de Radio Nihuil.
-Hay otro aspecto que suele pasar desapercibido. Hoy resulta común tratar a los animales casi con los mismos derechos que a los hombres. Pero ya en aquella época, Edith era una adelantada. Dice, por ejemplo, en un momento: "Cuando miro a un animal a los ojos, hay en ellos algo que me mira a mí". Y agrega que es propio del ser humano "notar" lo que vive en el alma del animal.
-Sí, totalmente. Y es a través de la empatía, ¿sabés?; de todo el desarrollo de lo que ella dice que es la empatía.
-¿Cómo entendía Stein la empatía?
-Es vivenciar, hacerse cargo de lo que le está pasando al otro, aunque uno no comparta sus valores. Por lo tanto, esta cuestión de la empatía la lleva también a los animales. Y, como Teresa de Ávila, se hace vegetariana.
-Otro de sus rasgos vanguardistas.
-Era una mujer muy de avanzada. Yo trato de poner en mis biografías muchas citas elegidas. Ella tiene cinco tomos de obras completas, con alrededor de novecientas páginas cada uno. Los han publicado afortunadamente en castellano, por lo que tuve muchísimo material.
-Un trabajo arduo, no solo de lectura sino también de interpretación.
-Como decías, trabajé mucho con gente como Enzo Traverso, como Löwy, especialistas en la época que me iluminaban aspectos de la vida de Edith Stein, comparándola, también, por ejemplo, con Hannah Arendt.
-¿Qué las diferenciaba a Edith y a Hannah?
-Yo creo que una generación; una generación en la que Edith Stein creía en que la asimilación judía era posible y creía en el imperio prusiano. Todavía creía que eso era mejorable pero posible. En cambio, Hannah Arendt, cuando termina de estudiar, justamente se produce todo este descalabro. Tiene que escapar, lo logra y sobrevive a la Segunda Guerra Mundial, cosa que Stein no pudo.
-También subrayás otro rasgo muy interesante: el amor por la música que tenía Edith y la ponés, en esto, a la par de mujeres de la talla de Simone Weil, Hannah Arendt y María Zambrano.
-Sí. Hay una característica de la burguesía y de las clases medias de principios del siglo XX. Y era que vos ascendías económicamente, pero también culturalmente. Entonces, la gente, en verdad, encontraba gusto en la lectura, en la música clásica o académica, en el teatro. Había que consumir cultura.
-¿Y ahora qué?
-En cambio ahora parecería como que todo pasa por el consumo. Hay excepciones, por supuesto, pero, a veces, es solo por el consumo que se produce la movilización social ascendente.
-Exacto, una gran diferencia con un siglo de diferencia.
-Edith Stein prefiere a Bach por sobre todo los músicos. Y yo hago una comparación entre Bach y Wagner, para diferenciar porqué el primero es "el" músico y, además, casi un santo. Todo eso se va jugando en la biografía. Hay mucha conexión con el contexto, con la cultura de la época y... bueno, con ella y sus amores.
-¿Sus amores?
-Se cree que hay dos personas, dos hombres, con los que ella pensó que podía llegar a casarse. También cómo ella se relaciona con sus amigos, como Roman Ingarden, a quien ayuda, lee sus tesis. Realmente tenía una entrega hacia los amigos increíble y en la Primera Guerra Mundial como enfermera.
-Sí, una instancia crucial para todos ellos en ese momento.
-Cuando ve que sus amigos van a la guerra y que ella, siendo mujer, estaba exceptuada, se presenta en la Cruz Roja y no para hasta que va a trabajar a un hospital como enfermera de enfermedades infecciosas. O sea, es una vida de mucha entrega.
-Resulta muy curioso que siendo, ya, una mente filosófica y con inclinaciones religiosas, se enamorara tanto de esa Alemania guerrera, prusiana y se embanderara en sus nacionalismos bélicos.
-Eso es al principio, porque la Primera Guerra ocurre antes de su conversión, producida recién en 1921. Pero había todo un espíritu común.
-Y con nombres muy significativos.
-Eso lo analizo también en el libro. Cito a Max Weber, a Stefan Zweig, a todas estas personalidades que a uno le llaman mucho la atención. Cómo Kar Löwith habla de la guerra. Cómo se embanderaban en esa contienda y, después, todas las desilusiones que significó eso.
-Es difícil de entender la brutalidad de Europa en ese entonces, con dos contiendas mundiales seguidas. Pero, además, apuntaron a exterminar a los judíos, un colectivo que, en épocas de Edith Stein, contaba con nombres de la envergadura de Else Lasker-Schüler, Stefan Zweig, Frank Kafka, Sigmund Freud, Albert Einstein, Walter Benjamin o Gershom Scholem. Todos gigantes del pensamiento y de la historia humana. ¿Qué le pasa a la humanidad para caer en ese tipo de pozos?
-Hay que elegir a un enemigo. Si vos elegís a un enemigo, es refácil tu vida.
-¿Por qué esto?
-Porque la vida no es fácil cuando uno ve al otro en su complejidad y no como a un enemigo, como al culpable de todos nuestros males.
-No se puede decir mejor.
-Habían visto a un grupo, el judaísmo, que era el uno por ciento de Alemania, como responsable de todos los males de Alemania. Eso fue la instalación de un discurso. Por eso hay que estar más atentos.
-Un tema del pasado, pero también de gran actualidad, como decíamos recién.
-No sé qué pasa, porque estos discursos de odio, los discursos en donde vos encontrás a un enemigo tan fácil y no podés ver nunca lo bueno del otro, no podés llegar a acuerdos con el que piensa distinto, nos llevan al desastre. A toda la humanidad ya nos llevaron al desastre. ¡Y hace apenas cien años que pasó todo esto!
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"Los discursos de odio llevan al desastre", reflexiona Irene.
-A Stein la ponés en la tapa de tu libro como filósofa y santa. De ella podemos señalar dos libros esenciales, Ser finito y ser eterno y Ciencia de la Cruz, una línea directa con San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila. ¿Cuál de los dos es más relevante para vos? ¿Cuál prima, la filósofa o la santa, en definitiva?
-Ser finito y ser eterno es un esfuerzo que ella hace todavía al final, antes del auge en el que el nazismo llega al poder, para confrontar la filosofía de Husserl y de Santo Tomás de Aquino, con el fin de obtener una cátedra universitaria, cosa que le niegan sistemáticamente por ser judía y mujer.
-Pese al apoyo de los católicos, como puntualizabas.
-El catolicismo alemán quiere que ella tenga una cátedra. Entonces se esmeran hasta la década del treinta para que eso ocurra. Por lo tanto, ese libro es el resultado de un esfuerzo muy grande.
-Y al final no se dio lo de la cátedra.
-Después, cuando ya llega el nazismo y ella entra al convento, justamente hay un momento en donde es un aniversario de San Juan de la Cruz. Entonces, todas las carmelitas empiezan a retomar a este patrono, que junto con Santa Teresa son los fundadores de la orden del Carmelo Descalzo.
-De aquí deriva también su nombre religioso, ¿no?
-Edith elige el nombre Teresa, por Santa Teresa; Benedicta, porque era también muy afín al espíritu benedictino; y de la Cruz.
-Lo cual marca todo un derrotero.
-Creo que Edith Stein, ya cuando entra a monja en el 33, sabe que el camino es el camino de la cruz en el seguimiento de Cristo. Es decir, ella siente que lo que está pasando con la humanidad es estar siendo crucificada otra vez. Y es Cristo, compartir la cruz de Cristo, a lo que ella aspira al final de su vida. Nunca aspira ya a salvarse.
-¿Qué le genera este sentimiento tan ferviente?
-Ella siente que todo en lo que ella creyó, en el imperio prusiano, en todas estas ilusiones, todo esto se va a pique. Y con la humanidad se está yendo a pique. Por eso elige este nombre en el seguimiento de Cristo y también de San Juan de la Cruz.
-Así se entiende el origen del otro libro.
-Cuando le piden que escriba sobre San Juan de la Cruz, redacta este testamento espiritual, que es maravilloso, llamado Ciencia de la Cruz.
-Un trabajo que, en resumidas cuentas, la define.
-Realmente es un libro que habla de ella, que habla de su espiritualidad y que habla de su final, tan diferente al de Santa Teresa de Ávila y al de San Juan de la Cruz mismo.
-Es importante subrayar esto. ¿Cómo fue?
-Santa Teresa y San Juan fueron perseguidos, como cualquier persona que tiene grandes ideales y cambia un sistema. Pero tenían sus seguidores y los dos mueren rodeados de ellos, de gente que los aprecia y los venera. En cambio, Edith muere junto con niños, ancianos, mujeres, hombres de todas las edades, en un campo de concentración, en donde les hacen sacarse las ropas, en una situación tremenda.
-Has hecho un libro que supera holgadamente las 700 páginas. ¿Cuántos años te demandó?
-Muchos. Empecé en el 98 con el interés y los últimos siete, ocho años, escribiendo y trabajando.
-Tu trabajo llega hasta nuestros días, en que se ha presentado la petición al Vaticano para que se le conceda el título de doctora de la Iglesia a Santa Teresa Benedicta de la Cruz.
-Es un cargo que da la Iglesia porque hay una sabiduría, espiritual o teológica, especial en la persona. Lo tienen otras santas. Faltaría ahora que Santa Teresa Benedicta de la Cruz sea la próxima doctora porque, en efecto, ella fue doctora en Filosofía y tiene toda la capacidad y toda la prueba para merecerlo.
-¿Cómo es la formalidad?
-Las carmelitas, en 2024, lo han vuelto a pedir, porque creo que ya se había hecho antes.
-¿Y esto depende del papa Francisco?
-Sí, del Vaticano.