Según determinó el equipo de investigación en un estudio publicado en Science Advances, la Roma antigua desarrolló un método único denominado "mezclado caliente". Esta técnica consistía en combinar cal viva con pozzolana -una mezcla de ceniza volcánica y cal- y agua a temperaturas muy elevadas, lo que producía reacciones químicas imposibles de lograr con métodos convencionales.
Las pruebas de laboratorio confirmaron que este proceso aceleraba significativamente los tiempos de curado y fraguado del material. La construcción resultante adquiría propiedades excepcionales que permitían levantar edificios monumentales en tiempos récord para la época.
Este descubrimiento reveló que los fragmentos de cal otorgaban al concreto una notable capacidad de autoreparación. Cuando se formaban grietas, estas se dirigían preferentemente hacia los grumos de cal, que al contacto con el agua producían una solución rica en calcio que se endurecía y sellaba la fisura.
Impacto en la construcción moderna del descubrimiento
El equipo del MIT recreó el concreto romano siguiendo las recetas antiguas y modernas utilizando cal viva. Las pruebas demostraron que las grietas en el concreto con cal viva se repararon completamente en dos semanas, mientras que el concreto de control permaneció dañado.
Los científicos trabajan ahora en comercializar esta versión mejorada del concreto como una alternativa más ecológica a los materiales actuales. El potencial de esta antigua técnica de construcción promete revolucionar la edificación moderna con estructuras más duraderas y sostenibles.