La principal vía hallada, que tiene una longitud de 1.750 metros, se encuentra a una profundidad que varía entre los 1,4 y 2,5 metros. Los arqueólogos también han identificado ramificaciones que amplían esta red hacia otros sectores, demostrando la importancia cultural, estratégica y administrativa de estos túneles dentro del vasto territorio del Tahuantinsuyo, dejando un legado histórico de gran valor en la arqueología de América del Sur.
La red de túneles Incas conecta sitios clave de Cusco
Los túneles subterráneos, conocidos como chincanas, formaban una red de comunicación y conexión entre lugares clave como Sacsayhuamán y Coricancha. Pero su función iba más allá de servir como simples vías de transporte, también eran utilizados como corredores rituales y estratégicos, mostrando la intrínseca relación entre la espiritualidad, la política y la ingeniería en la historia de los Incas. Estos túneles son un reflejo de la avanzada ingeniería y organización de los Incas en América del Sur.
A lo largo de la historia, crónicas como las de Garcilaso de la Vega y documentos jesuitas del siglo XVII ya mencionaban estos pasajes subterráneos, señalando su utilidad no solo para la administración política del imperio, sino también para preservar las tradiciones religiosas. Este hallazgo arqueológico no solo arroja luz sobre la destreza de los Incas en la construcción de infraestructuras subterráneas, sino también sobre la estructura administrativa y el manejo del territorio, dejando una valiosa huella histórica y arqueológica en América del Sur.