Los embutidos son productos cárnicos procesados que, pese a su duración extendida en comparación con otros alimentos, tienden a degradarse rápidamente si no se almacenan de forma correcta. La técnica probada consiste en conservarlos en un recipiente hermético o envasados al vacío, lo que evita el contacto con el oxígeno, el principal culpable de su descomposición.
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Al envasar al vacío o usar recipientes con cierre hermético, se reduce la exposición al aire, lo cual disminuye la proliferación de bacterias y otros microorganismos que aceleran el deterioro de los embutidos. Además, se recomienda mantener los embutidos en la parte más fría de la nevera, idealmente entre 1 y 4 grados centígrados.
Estudios realizados en instituciones de tecnología de alimentos en diversos países han demostrado que, al reducir el contacto con el oxígeno, los embutidos pueden conservarse frescos hasta dos semanas más que si se guardan en envases abiertos o sin envolver. Esta técnica es una excelente solución para reducir el desperdicio de alimentos y ahorrar dinero.