La infidelidad, lejos de ser un fenómeno aislado, se ha convertido en una realidad que afecta cada vez más a las familias occidentales. Estudios recientes revelan patrones de comportamiento y características específicas que podrían predisponer a ciertas personas a ser infieles.
Muchas personas se ven muy afectadas pro la infidelidad.
El apego inseguro como base de la infidelidad
La Universidad de Florida de psicología ha identificado el "apego inseguro" como factor fundamental en el perfil de las personas infieles. Este patrón de comportamiento, que se desarrolla durante la infancia de las personas, se manifiesta de tres formas distintas en la edad adulta, el apego ansioso, caracterizado por una constante búsqueda de aprobación y temor al rechazo; el apego evitativo, que se distingue por su frialdad emocional y distanciamiento; y el apego desorganizado, marcado por comportamientos impredecibles y relaciones inestables.
Curiosamente, en la psicología muestran que las personas más propensas a la infidelidad suelen ser también las más celosas, revelando un complejo de inferioridad escondido y una autoestima frágil que busca constante validación externa.
Factores externos que potencian la infidelidad
Más allá de los patrones de apego, existen características específicas que aumentan la probabilidad de infidelidad. En la psicología, el perfil más propenso incluye a personas con tendencia a tomar decisiones arriesgadas y un marcado sentido de la aventura. El poder juega un papel crucial como las personas en posiciones de autoridad muestran mayor propensión a la infidelidad, manifestando comportamientos más asertivos y extravertidos.
Según la psicología, el nivel socioeconómico también influye significativamente. Personas con mayor educación, ingresos elevados y carreras exitosas presentan más probabilidades de ser infieles, en parte debido a su mayor exposición a círculos sociales diversos y oportunidades de interacción.
La intensidad del deseo sexual, con su componente genético, y rasgos de personalidad como la psicopatía, donde el amor se ve como un juego de poder y manipulación, completan el perfil psicológico del individuo propenso a la infidelidad.