Los viajes espaciales representan un desafío enorme para el cuerpo humano. A lo largo de los años, se ha documentado cómo la microgravedad afecta la salud de los astronautas, debilitando músculos, reduciendo la densidad ósea y alterando la visión. No obstante, un estudio reciente ha revelado un nuevo riesgo que los exploradores del espacio deben enfrentar: los daños cardiovasculares.

El impacto de la microgravedad en el corazón

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Los astronautas llegan a pasar meses fuera de la Tierra.

Los astronautas llegan a pasar meses fuera de la Tierra.

Este estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, consistió en enviar 48 muestras de tejido cardíaco humano creado con bioingeniería a la Estación Espacial Internacional (ISS) por 30 días. Los resultados fueron preocupantes: la microgravedad no solo debilita el tejido cardíaco, sino que también afecta su capacidad para mantener un ritmo constante.

Este experimento, liderado por el Dr. Deok-Ho Kim, empleó un sistema automatizado llamado "corazón en un chip". El tejido cardíaco utilizado se creó a partir de células madre pluripotentes inducidas, capaces de convertirse en células musculares del corazón.

Una vez en la ISS, las muestras fueron monitorizadas de manera continua, enviando datos sobre sus contracciones y ritmos cardíacos cada 30 minutos. Tras su retorno a la Tierra, los científicos observaron una pérdida significativa de fuerza en el tejido y la aparición de arritmias, problemas típicos de enfermedades cardíacas relacionadas con la edad.

Los efectos de la microgravedad sobre el corazón no se limitaron a las contracciones musculares. Los investigadores también notaron alteraciones a nivel molecular, como la disminución del tamaño y el desorden de los sarcómeros, las estructuras responsables de la contracción muscular.

Además, las mitocondrias, encargadas de producir energía, se agrandaron y perdieron su forma normal, lo que sugiere una menor capacidad para generar energía de manera eficiente.

Otro hallazgo importante fue un aumento en los genes asociados con la inflamación y el estrés oxidativo, lo cual podría acelerar el envejecimiento del tejido cardíaco. Estos resultados coinciden con los estudios previos que documentan los efectos negativos del vuelo espacial en la salud de los astronautas, quienes suelen experimentar alteraciones cardíacas tras regresar a la Tierra.

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La investigación se llevó a cabo en el espacio.

La investigación se llevó a cabo en el espacio.

Cómo proteger a los astronautas en el espacio

Ante este nuevo desafío, los investigadores de Johns Hopkins continúan trabajando en soluciones. En 2023, el laboratorio de Kim envió una nueva tanda de muestras de tejido cardíaco a la ISS para probar medicamentos que puedan proteger el corazón de los efectos de la microgravedad.

Estos avances no solo tienen el potencial de mejorar la salud de los astronautas en misiones de larga duración, sino que también podrían aportar soluciones para combatir enfermedades cardíacas relacionadas con el envejecimiento en la Tierra.

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Además, el equipo ha comenzado a colaborar con el Laboratorio de Radiación Espacial de la NASA para estudiar el impacto de la radiación cósmica y solar en los tejidos cardíacos, una amenaza aún mayor para los astronautas que exploren más allá de la órbita terrestre baja, donde el campo magnético de la Tierra ya no les protege.

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