Sin lugar a dudas, Cracolândia es un símbolo de tensión y desigualdad social. Debido a la gran inseguridad en la zona, los límites son cuidados por fuerzas de seguridad que constantemente patrullan por ahí, ya dejando de lado la idea de erradicar un consumo que cada vez está más afianzado.
Durante años, las autoridades han llevado a cabo redadas policiales y programas sociales para que todos los ciudadanos de esa población pudieran dejar sus adicciones y vivir vidas normales, pero fue un proyecto que nunca tuvo resultado exitoso.
De acuerdo a los detalles informados por las autoridades, hubo intentos fallidos de erradicación de esta población tan particular. Desde los noventa que cada municipio intenta dar con Cracolândia, incluso en 2017 se desplegaron 900 agentes para desalojar la zona y no pudieron lograrlo, aunque aseguraran que "Cracolândia había terminado".
En paralelo a esto, es importante entender los factores que alimentan el problema de Cracolândia y su casi imposible erradicación. En Brasil, alrededor de 370.000 usuarios consumen crack constantemente y el hecho de que el país esté ubicado en las cercanías a Colombia, Perú y Bolivia lo convierten en un nódulo del narcotráfico que tiene a la cabeza a organizaciones poderosas de criminales.