Durante las décadas del 80 y 90, los kioscos argentinos ofrecían una variedad de alfajores que marcaban la infancia y la adolescencia de miles. Con el paso del tiempo, muchos de esos productos desaparecieron del mercado, pero no del corazón de los consumidores. Entre los más recordados figuran 4 y son una verdadera leyenda.
El inolvidable alfajor que ya no está en el mercado argentino y dejó una huella en nuestra infancia
Los alfajores que marcaron nuestra infancia argentina, pero que ya no existen
En nuestro país hay muchas golosinas y miles de variedades. Entre ellos, las más queridas: el alfajor. Te cuento cuáles son los más extrañados.
El alfajor Bimbo con cereales se destacó por su particular textura y combinación de sabores. Su cobertura crocante, sumada al clásico relleno de dulce de leche, conquistó a chicos y grandes. A pesar de su popularidad, Bimbo lo retiró del mercado sin demasiadas explicaciones, dejando a sus fanáticos con el sabor de la nostalgia.
Otro que dejó una huella imborrable fue el alfajor Coco Late. Lanzado a finales de los 90, proponía una combinación poco común: coco y chocolate. Su envoltorio celeste y su sabor inconfundible lo volvieron un favorito para quienes buscaban algo diferente.
El Cabsha blanco, por su parte, ofrecía una versión alternativa al clásico Cabsha de chocolate. Su cobertura de chocolate blanco, relleno de dulce de leche y ese toque a licor lo convertían en un manjar inusual. Sin embargo, su producción cesó y, con el tiempo, se transformó en una rareza casi imposible de conseguir.
Por último, el icónico alfajor blanco y negro de los años 90 completaba esta lista de tesoros perdidos. Su envoltorio sencillo ocultaba un alfajor cubierto de chocolate blanco de un lado y chocolate negro del otro. Esta dualidad lo volvía único y ampliamente reconocido por los estudiantes y trabajadores que lo elegían en cada recreo o descanso.
Aunque hoy el mercado ofrece una gran variedad de alfajores gourmet y artesanales, estos clásicos desaparecidos siguen generando suspiros entre quienes los probaron. La memoria emotiva, muchas veces ligada al sabor, los mantiene vivos en el recuerdo colectivo.