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Las mendocinas ensayan casi sin descanso y pasarán Año Nuevo juntas para no perder esos días de entrenamiento antes de la competencia de malambo femenino en el Pre Cosquín 2025.
Foto: Cristian Lozano /Diario UNO
Una de ellas, Julieta, es hija de Sergio Magallanes, quien tomó el legado de su papá Enrique, y continúa la tradición folclórica en Chakaymanta, transmitiendo la historia y la identidad de la vendimia que tanto lleva impregnada en su corazón toda la familia Magallanes. Julieta respira folclore desde la cuna.
En cambio, María no tiene herencia en este sentido. Abrió surco en su familia, desde que a los 6 años descubrió la danza folclórica en un centro comunitario de su barrio y nunca más la soltó.
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Para las bailarinas, el malambo no tiene género
El Pre Cosquín 2025 se desarrollará en enero próximo, en el codiciado escenario Atahualpa Yupanqui Cosquín.
María y Julieta llegan a la primera instancia de la competencia con exigidos ensayos técnicos, físicos y coreográficos; y se presentarán cada cual por separado acompañadas de cuatro músicos, uno de ellos un acordeonista santiagueño.
Las familias de las malambistas, así como toda la familia de Chakaymanta y la compañía de malambo Origen -a la que pertenecen- confían en sus sueños y por ello invertirán "hasta lo que no tienen" en un preparador físico, músicos, vestuario, traslado y alojamiento, entre otras cosas, para impactar al jurado del festival y alcanzar la etapa final.
Más allá de los resultados, para la comunidad ya es un sueño cumplido la presencia de María y Julieta en uno de los encuentros nacionales más celebrados por los amantes del folclore argentino.
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Si bien nació viendo agitar pañuelos y creció aferrada a la danza tradicional de nuestro país, amando las vendimias y acompañando a su padre Sergio en cada actuación, Julieta Magallanes revela que descubrió el malambo recién durante la pandemia, hace 4 años, cuando pudo retomar -con barbijo incluido- las clases de danza.
Un día en pandemia fui a un ensayo y me empezaron a hacer zapateos básicos, lo que es el palito, lo que es aprender el repiqueteo, y ahí me metí con más mudanzas y es como que no pude parar; me encantó el malambo. Un día en pandemia fui a un ensayo y me empezaron a hacer zapateos básicos, lo que es el palito, lo que es aprender el repiqueteo, y ahí me metí con más mudanzas y es como que no pude parar; me encantó el malambo.
Julieta Magallanes bailarina de folclore malambo femenino.jpeg
Julieta Magallanes tiene 16 años y creció en una familia de folcloristas. En pandemia descubrió su pasión por el malambo.
Foto: Cristian Lozano /Diario UNO
En tanto, María Sáez Castillo desde niña empezó a tomar clases de danzas folclóricas en la sede Chakaymanta de su barrio La Favorita. Pero no fue hasta hace apenas 2 años que se enamoró del malambo gracias a ver bailar a sus compañeros varones.
No conocía el malambo, hace unos 2 años empecé a observar a mis compañeros y me empezó a gustar. Ahí armamos el quinteto (Origen) y después también me largué como solista. No conocía el malambo, hace unos 2 años empecé a observar a mis compañeros y me empezó a gustar. Ahí armamos el quinteto (Origen) y después también me largué como solista.
María Sáez Castillo bailarina de folclore malambo femenino.jpeg
María Sáez Castillo tiene 17 años, no tiene raíces folclóricas, descubrió la danza de niña y se enamoró del malambo hace dos años.
Foto: Cristian Lozano /Diario UNO
María y julieta transmiten su felicidad por vivir esta experiencia. "Es algo nuevo, muy esperado por las mujeres malambistas que cada vez somos más, y por eso se viven muchas emociones, estamos muy ansiosas", expresan a Diario UNO, en una entrevista que se dio en un lugar que las motiva y las inspira: el teatro griego Frank Romero Day.
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Casi a dúo, las bailarinas folclóricas coinciden en que el malambo no es una danza de varones: "El malambo no tiene género, el malambo es uno solo".
De La Favorita al mundo para transmitir los valores del folclore y la Vendimia
La Escuela de Vendimia Chakaymanta es pionera en llevar a artistas mendocinos a los grandes festivales como el Pre Cosquín, el Festival Nacional del Malambo Laborde y el Campeonato Nacional de Malambo Femenino.
Fundada en 1972 por Enrique Magallanes, nació en el corazón del barrio La Favorita y en la actualidad tiene 22 sedes distribuidas en el país, formando y educando sobre folclore y vendimia a unos 5000 alumnos.
Así como tiene "ahijados" que transmiten los valores artísticos, culturales y sociales de Chakaymanta en Estados Unidos. Sergio Magallanes, hijo de Enrique, es quien está al frente del proyecto y quien acompaña a su hija Julieta y a María en este camino al Pre Cosquín 2025 que se hará del 4 al 19 de enero.
"Estamos poniendo alma, corazón y vida, con apoyo de la gente, porque cada una necesita mínimo $750.000 para competir, y más si pasan a la final", afirma el maestro del folclore local sobre los gastos que implica esta competencia, desde tener zapatos en condiciones (cuestan alrededor de $250.000) hasta pagar a los músicos, comidas, alojamiento y demás cuestiones del viaje.
Mi maestra de malambo fue mi mamá. La inclusión de la mujer en esta danza se tenía que dar. Y que se dé en igualdad de condiciones es lo mejor que nos puede pasar. Mi maestra de malambo fue mi mamá. La inclusión de la mujer en esta danza se tenía que dar. Y que se dé en igualdad de condiciones es lo mejor que nos puede pasar.
Julieta Magallanes y María Sáez Castillo junto a Sergio Magallanes malambo femenino en el Pre Cosquín 2025.jpeg
Sergio Magallanes, profesor de folclore y responsable de Chakaymanta, posa con su bombo junto a su hija Julieta y a María.
Foto: Cristian Lozano /Diario UNO
Las jóvenes se medirán con otras 40 mujeres del malambo de todo el país, incluyendo otras mendocinas como Evelyn Oro. Si bien la movida del género en las mujeres crece a toda velocidad, Cosquín será la vidriera de lujo para mostrar el empoderamiento femenino en una danza que por fin empieza a ser más justa e igualitaria.
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El malambo femenino, discriminado en una bodega
Magallanes, quien pisa el teatro griego como si fuera su hogar y lo llena de orgullo apreciar el zapateo de las bailarinas, cuenta que el año pasado con su compañía de Chakaymanta fueron a dar una actuación a una bodega. Pero cuando los vieron entrar con mujeres malambistas les pidieron que sólo hagan el show los varones.
"Agarramos nuestras cosas y nos fuimos sin bailar. No íbamos a permitir que las dejen afuera sólo por ser mujeres", concluye sobre esa triste experiencia que ahora, con todo lo que está ocurriendo en la disciplina, confía en que no volverá a pasar.
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Y, por último, el representante de Julieta Magallanes y María Sáez Castillo deja en claro que este nuevo hito para el folclore mendocino se genera "en el núcleo de los barrios más humildes; este proyecto surgió en La Favorita, todo se ha gestado ahí y con una identidad propia que mostraremos al país en el Pre Cosquín gracias al talento y el profesionalismo de estas chicas".