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El descubrimiento se realizó utilizando la más avanzada tecnología.
Las paredes del Cenáculo también contienen nombres y símbolos de peregrinos medievales procedentes de toda Europa y Oriente Medio. Destacan los registros de Johannes Poloner de Regensburgo, quien documentó su viaje en 1421-22, y un boceto al carbón del escudo de armas de la familia patricia bernesa Rümlingen. Estos testimonios constituyen una fuente inédita para los arqueólogos dedicados al estudio de las rutas de peregrinación medieval.
"Estos grafitis arrojan nueva luz sobre la diversidad geográfica y el movimiento internacional de peregrinación a Jerusalén en la Edad Media, mucho más allá de la perspectiva dominada por Occidente", explica Ilya Berkovich, coautor del estudio de la Academia Austríaca de Ciencias. Sus declaraciones revelan cómo la Biblia y sus lugares sagrados atraían a personas de diversos orígenes culturales.
El edificio, considerado por muchos arqueólogos como uno de los sitios más sagrados del cristianismo, cuenta con una historia compleja que va más allá de su asociación con la Última Cena de Jesús.
Un edificio con múltiples capas históricas
Aunque algunos eruditos sugieren que la estructura original fue una sinagoga judía, la evidencia arqueológica indica que el período más temprano de construcción ocurrió durante la época bizantina. A lo largo de los siglos, el Cenáculo experimentó ciclos de destrucción y reconstrucción, culminando en la estructura de era cruzada que permanece hasta hoy.
El equipo internacional de investigadores, que incluye expertos de la ÖAW en colaboración con la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA), utilizó métodos de vanguardia para revelar estas inscripciones pasadas por alto y ocultas, junto con escudos de armas y bocetos grabados en la piedra centenaria del Cenáculo. La investigación amplía el contexto histórico que rodea la última cena de Jesús con sus discípulos.