La evidencia del descubrimiento
Las huellas dactilares preservadas en la cerámica permitieron a los científicos determinar la edad aproximada de quienes las fabricaron. Akiva Sanders, líder de la investigación, explicó: "El tamaño de la palma se puede deducir midiendo la densidad de los márgenes de la huella dactilar, y a partir de ahí, se puede estimar la edad y el sexo de la persona".
Los resultados revelaron que en Tel Hama, un antiguo centro de producción cerámica, inicialmente se observaban alfareros de alrededor de 12 y 13 años, con la mitad de los artesanos menores de 18 años, distribuidos equitativamente entre niños y niñas. Sin embargo, esta estadística cambió con la formación del Reino de Ebla.
El reino y sus copas
Con el establecimiento del reino, se incrementó la demanda de copas para banquetes. La celebración frecuente de fiestas con alcohol llevó a la necesidad de producir más copas debido a las roturas. Fue entonces cuando el reino comenzó a depender cada vez más del trabajo infantil.
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El descubrimiento revela una práctica cruel de la antigüedad.
Sanders destacó: "Los niños eran entrenados para hacer las copas lo más similares posible entre sí. Este fenómeno también se observa en la revolución industrial en Europa y América: es muy fácil controlar a los niños y enseñarles movimientos específicos para crear estandarización en las artesanías".
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A pesar de este oscuro aspecto, los investigadores también encontraron un rayo de luz en la vida de estos niños. Descubrieron evidencia de creaciones independientes fuera del marco industrial: pequeñas figurillas y vasijas en miniatura que los niños se enseñaban a hacer entre sí, sin la intervención de los adultos.