Para la mayoría de las personas, la exposición derivada del consumo de arroz integral es insignificante y no merece preocupación. A pesar de las conclusiones tranquilizadoras del estudio, varios medios difundieron titulares alarmistas vinculando el arsénico con cáncer y otros padecimientos.
Metales traza, pesticidas y conservantes pueden sonar aterradores fuera de contexto. La realidad indica que para casi todos los consumidores, los riesgos para la salud no provienen de lo que contienen nuestros alimentos en cantidades diminutas, arroz incluido, sino de nuestras elecciones cotidianas respecto a la alimentación.
Un dato revelador muestra que en países como Reino Unido, menos de una persona entre mil sigue todos los aspectos de las guías alimentarias nacionales. Esto significa que la mayoría no consume suficientes frutas, vegetales y granos integrales, problema mucho más grave que la presencia de rastros de arsénico.
La importancia del arroz integral
La dieta deficiente constituye una causa mayor de enfermedades y muerte prematura en todo el mundo, superando incluso al tabaquismo o consumo de alcohol. Entre los principales factores dietéticos de riesgo destacan el exceso de sal y la escasez de granos integrales en la alimentación diaria.
Las enfermedades cardiovasculares, principal causa de muerte durante décadas, cobran aproximadamente 20 millones de vidas cada año. Incluso durante la pandemia de COVID, estas patologías resultaron más letales que el propio virus. Una forma eficaz de reducir el riesgo cardiovascular consiste en aumentar el consumo de arroz integral y otros granos completos.
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A pesar del descubrimiento el estudio es claro: el arroz integral no es peligroso.
Aunque efectivamente el arroz integral contiene más arsénico que el blanco, evitar su consumo puede representar un riesgo mayor para la salud. Existen alternativas entre los granos integrales como avena, quinoa, cebada o pasta y pan integrales.