Un descubrimiento monumental
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La tumba ya había sido saqueada.
Las dimensiones del complejo funerario impresionan por su magnitud: la cámara central mide aproximadamente 4 metros de largo por 3,4 metros de ancho, y se ubica en el centro de un montículo con 65 metros de diámetro y casi 6 metros de altura. Los expertos identificaron esta estructura como una de las escasas tumbas principescas que los celtas construyeron para sus élites entre los años 620 y 450 antes de Cristo.
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Los análisis iniciales de la madera indican que la construcción dataría del año 585 antes de Cristo, fecha que los investigadores determinaron al estudiar una herramienta dejada por los constructores celtas. La preservación excepcional de los materiales permitirá realizar estudios dendrocronológicos para establecer la fecha exacta de construcción.
Los secretos que guarda la tumba
La arqueología reveló diversos aspectos sobre quienes fueron enterrados en este lugar. En el interior se hallaron restos óseos pertenecientes a un joven de entre 15 y 20 años, con una altura estimada entre 160 y 168 centímetros. En un nivel más superficial del montículo, apareció un segundo entierro con los restos de un hombre de 25 a 35 años.
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La ciencia podrá hacer estudios muy detallados.
El equipo de investigación detectó que la tumba sufrió saqueos en la antigüedad. Los ladrones cavaron dos túneles y abrieron un agujero en el techo de la cámara. Durante la excavación se encontraron clavos que podrían corresponder a un carro de cuatro ruedas, un elemento común en las tumbas principescas celtas.
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Los trabajos de investigación continúan en el sitio. Debajo del montículo funerario se descubrieron urnas con restos cremados que datan aproximadamente del año 600 antes de Cristo, lo que sugiere un uso prolongado del espacio como área de enterramiento.