No era para nada extraño el hecho de comprobar que este esqueleto pertenecía a un masculino, ya que el surgimiento del ascetismo hizo que los monjes se abstuvieran de los placeres mundanos con fines espirituales, viviendo en lo alto de una columna mientras predicaban y rezaban a menudo con pesadas cadenas.
La persona parecía tener entre 30 y 60 años en el momento de su muerte, pero los huesos estaban mal conservados. Por lo tanto, el estudio del esmalte dental de la persona fue fundamental para llegar a este descubrimiento.
Finalmente, los arqueólogos se llevaron una gran sorpresa, ya que resulta que el esqueleto hallado en Jerusalén pertenecía a una mujer asceta extrema.
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Descubren en Jerusalén un revelador esqueleto encadenado: a quién pertenecía
Se sabe de mujeres ascetas a partir de registros históricos, en particular entre la nobleza a partir del siglo IV. Sin embargo, las mujeres de las comunidades ascéticas tendían a seguir sus caminos de formas menos extremas que los hombres, o al menos eso se creía.
Por qué se usaban cadenas para practicar el ascetismo
Como se dijo antes, la finalidad de la utilización de cadenas para practicar esta religión radicaba en mantener el cuerpo bajo control y el espíritu concentrado. Las mujeres, en cambio, se centraban en la oración, la meditación y el ayuno.
En el pasado se han realizado descubrimientos de ascetas encadenados que han sido fundamentales para el estudio de esta religión, pero la identificación de una mujer enterrada de esta manera ha descolocado de alguna manera a los especialistas.