"Estábamos hombro a hombro con Francisco"
Junto a su mamá, Fabiana, y su hermana menor, Teresa, llegaron al Vaticano con tiempo justo y en medio de una marea de fieles ansiosos. Como era de esperarse, los estrictos guardias de seguridad solicitaban dejar todo tipo de pertenencias en los guardarropas: abrigos, carteras, e incluso cámaras y teléfonos celulares.
“Pero yo no estaba dispuesta a dejar mi teléfono. Lo escondí en mi bolsillo y, en medio del caos, logré conseguir un lugar en la misa. No imaginaba que, al final, esa decisión me traería una sorpresa tan grande. Mientras me acomodaba, noté que había una silla vacía a mi lado, pero ni por un momento pensé que, al final de la ceremonia, el Papa se sentaría ahí para rezar junto a todos los presentes", contó Julia.
El papa y la mendocina Julia Barbeito. .jpg
El Papa y la mendocina Julia Barbeito. "Lloraba y no sabía por qué", dijo a UNO.
Gentileza
Como católica, aunque no practicante, su corazón latía fuerte. “Lo tenía al lado, hombro con hombro. Estaba tan emocionada que no podía contener las lágrimas. Fue como estar en los ojos del mundo entero”, recordó.
Tras la misa, el Papa Francisco hizo un gesto que dejó a todos los asistentes sin palabras: anunció que se quedaría a rezar con el público. Para Julia, ese instante fue sobrecogedor. Estaba cerca de él, compartiendo un momento único. Pero el verdadero giro llegó cuando, después de la ceremonia, el Papa comenzó a saludar a los fieles.
"Saqué mi teléfono y le pedí una selfie"
“Como fui la última en salir, decidí aprovechar esa oportunidad como si fuera la última de mi vida. Me puse frente a él, le sonreí y, con un impulso, saqué mi teléfono para pedirle una selfie. En ese momento, sentí una energía indescriptible. Lloraba, pero no sabía bien por qué. Era como si su presencia tuviera un poder que me emocionaba profundamente", relató.
El encuentro tomó un giro aún más sorpresivo cuando los guardias de seguridad comenzaron a acercarse, listos para retirarla del lugar. Pero antes de que pudieran hacer nada, el Papa, con una sonrisa, les ordenó: “Déjenla”. “Fue un momento tan movilizante, no puedo explicarlo”, dijo Julia.
Julia Barbeito hoy.jpg
Julia Barbeito hoy. Tiene 25 años y está por recibirse de abogada en la UNCuyo.
Gentileza
La selfie, en la que ambos aparecen mirando a la cámara con sonrisas radiantes, quedó como un recuerdo eterno en la memoria de Julia. “Afortunadamente, además de la foto que tomé, hay otras tomadas por un fotógrafo oficial. Pero la que más quiero es la que ambos miramos a la cámara, en la que mi teléfono captó ese instante mágico”, expresó.
Años después, Julia rememora aquel momento como algo especialmente significativo, pues coincidió con la época en que Francisco alentaba a los jóvenes a “hacer lío” y salir de la norma. "Yo sentí que, con toda mi rebeldía adolescente, hice lío ese día", confesó.
"El Papa no estaba tan politizado"
Además, Julia reflexiona sobre el contexto histórico de ese encuentro. “Fue un momento perfecto. El Papa no era tan criticado ni politizado, como ha sucedido más recientemente. Todo tenía un aire de esperanza y frescura”, agregó.
A pesar de lo que significó para ella, Julia lamenta que, durante los 13 años del papado de Francisco, nunca haya encontrado la oportunidad de visitar Argentina. "Hubiera sido maravilloso", concluyó.