Epicentro del conflicto bélico

Crudo relato del sacerdote que vive en Gaza, estudió en San Rafael y dialoga a diario con el Papa

Desde la Franja de Gaza, el misionero hizo un crudo relato en diálogo con Nihuil. "Es un panorama dantesco", dijo

Desde muy pequeño, el padre Gabriel Romanelli sintió una fuerte vocación religiosa y un profundo amor al prójimo. Esta inclinación lo llevó naturalmente hacia las misiones y a ayudar a los más necesitados. Hoy, lejos de San Rafael, donde se formó en la Congregación del Verbo Encarnado, Romanelli vive en la Franja de Gaza, el epicentro de uno de los conflictos más complejos y desgarradores del mundo, marcado por guerras, pobreza y tensiones interminables.

En una entrevista con Pablo Pérez Delgado en el programa El Ventilador de Radio Nihuil, el sacerdote compartió detalles de su vida y misión en Medio Oriente, donde lleva 30 años trabajando.

A pesar de las dificultades, Romanelli es un ejemplo de entrega y valentía. Su relato se centra en las devastadoras consecuencias del conflicto palestino-israelí, intensificado tras los ataques terroristas de Hamas del 7 de octubre de 2023. Estos ataques desataron una cadena de eventos que causaron la muerte de muchos civiles palestinos inocentes.

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El sacerdote Gabriel Romanelli.

El sacerdote Gabriel Romanelli.

El sacerdote, formado en una congregación conservadora, representa todo un ejemplo de vida. Llegó a Medio Oriente hace nada menos que 30 años y, aunque nada resultó sencillo, el recrudecimiento del conflicto Palestina-Israel representó lo inimaginable: “Nuestra parroquia se ha convertido en refugio, hospital y cementerio”, graficó

Antes del 7 de octubre de 2023, fecha en que comenzó lo peor del conflicto bélico en Gaza, “no éramos un paraíso, sino más bien la prisión a cielo abierto más grande del mundo”, sintetiza. Salvo excepciones, nadie salía ni entraba más allá de algún permiso especial.

La pobreza y la guerra

“La vida estaba marcada por carencias: poca electricidad, mucha pobreza, desempleo juvenil, guerras cada dos años, escasas expectativas y un sistema sanitario endeble”, remarcó.

Al mismo tiempo, continuó, la misión católica era muy escasa, apenas 135 personas para los 1.017 cristianos en más de 2 millones de personas.

“Con un número tan pequeño la Iglesia Católica, ahora prácticamente suspendida, trabajaba en tres escuelas con 2.250 alumnos, 10 clínicas de Cáritas sirviendo a 20 mil personas por mes con mucha ayuda a los pobres y nutrida actividad parroquial”, señaló.

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El Padre en Gaza.

El Padre en Gaza.

“La misión fue y sigue siendo muy buena en medio de la guerra, la miseria y las necesidades en Gaza. Buena pero difícil y desafiante”, acotó.

Dijo el sacerdote que los momentos atravesados fueron “espantosos”: “Bombardeos todos los días y en todas las zonas, por lo que alrededor de 500 cristianos se acercaron a refugiarse. Hubo muchos muertos de la comunidad cristiana, ya que de 1.017, en un año y tres meses perdimos a 47 personas, 20 de ellos por muerte violenta, como bombardeos y francotiradores. En síntesis, el 4,5% de los cristianos ha muerto en esta guerra”.

Relató que mucha gente decidió emigrar como pudo, incluso algunos con familiares afuera. Otros, dijo, prefieren permanecer en su tierra. “Aman su tierra, son palestinos”, insistió, para agregar: “La mayor parte de la Franja de Gaza está triturada, barrios destruidos completamente y gente desolada”.

Según opinó, esta tregua que comenzó en los últimos díaa “es muy necesaria y positiva, pero no es sinónimo del fin de la guerra”.

La ayuda tan necesaria

“Esperemos que se concrete y se respeten los términos. Sobre todo la ayuda humanitaria y la liberación de rehenes, además de la reconstrucción de todo lo dañado y destruido”, sostuvo.

Calificó al panorama como “dantesco”. “Espero que de las partes lleguen a un arreglo, al verdadero corazón de la cuestión y que, con el tiempo, exista una paz duradera, justicia y reconciliación”.

Sin embargo, advirtió, hoy falta todo, especialmente alimentos, por eso la Iglesia sigue ayudando a miles y miles de familias.

“El mes pasado asistimos a 10 mil familias con los insumos más necesarios, carne, verdura, leche, fruta y lácteos. Fue mucho esfuerzo. Abrimos dispensarios y estamos evaluando cómo retomar con las escuelas, aunque es difícil porque dos establecimientos fueron bombardeados y el restante es zona militar. Existe otra, repleta de refugiados, pero las autoridades aún no deciden cómo y qué hacer”, repasó.

“La gente está viviendo entre ruinas. Hay mucho por hacer acá, tiempo al tiempo, tratamos de retomar la rutina y rezar", prosiguió.

La religiosa charla diaria con el papa Francisco

“Hablamos con el papa Francisco todos los días. Nos llama a las 20, religiosamente, para saber cómo estamos, cómo se encuentra la gente, agradecer nuestra tarea y manifestar su cercanía”, relató Romanelli.

El pasado 18 de enero, en medio de la disposición de la tregua, dijo que fue emocionante la videollamada.

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"Dantesco", describió el panorama en Gaza el padre Romanelli.

"Dantesco", describió el panorama en Gaza el padre Romanelli.

“Le mostramos al Padre cómo estábamos y nos dijo que era muy lindo vernos a todos juntos y con la paz que llega a Gaza”, recordó. Sin embargo, aclaró: “La tregua no es sinónimo de paz, pero es un paso necesario”.

Existe mucha cercanía con el Papa Francisco y se lo considera “uno más” de la parroquia.

Lo estiman, lo aman y rezan

“Aquí se aprendió a estimar al Papa Francisco, a amarlo y a rezar. Saben quién es y la ayuda que brinda, material y espiritual. La cercanía es una bendición y muchos aprenden español para hablar con él, acercarle a los hijos a través de la cámara y cruzar algunas palabras”, indicó.

“Son encuentros breves pero importantes, una gran ayuda en medio de la enorme desolación signada por la muerte, la guerra y el dolor. Esta parroquia era un oasis y se convirtió en un refugio, en hospital y en cementerio”, definió.

Es por eso, dijo, que la presencia del Santo Padre es “misericordia y bondad”.

“Nos deja un mensaje esperanzador: Dios está por sobre todo y la divina providencia nos dará lo que necesitamos. Hay esperanza en Dios y en hombres y mujeres de buena voluntad de todos los pueblos”, completó.

Como mensaje final, sostuvo que el ser humano “es mejor de lo que pensamos” y sugirió trabajar por la paz, no dejarse vencer por el desánimo y sembrar amor, evangelio y reconciliación.

Pobres hay en todos lados y es necesario ayudarlos. Misteriosamente, Cristo siempre está presente en personas que lo necesitan”, concluyó.