La corona de Cristo es una de las plantas más bellas que existen. Sus flores rojas y sus espinas la vuelven única entre muchas otras especies.
La corona de Cristo es una de las plantas más bellas que existen. Sus flores rojas y sus espinas la vuelven única entre muchas otras especies.
Este arbusto también se destaca en la jardinería por su uso medicinal, ya que sus flores pueden ser empleadas para tratar diversas afecciones.
A continuación te explicamos cómo tienes que cuidar correctamente la corona de Cristo en cuanto a su riego, iluminación sustrato y ubicación.
Luz
La corona de Cristo es una planta que necesita varias horas de luz solar directa al día. Si vives en una zona con clima cálido, debes brindarle sombra parcial.
Riego
El riego de esta planta tiene que ser moderado, ya que de esta forma se evita que se pudra. En invierno, el riego debe ser reducido. El riego excesivo es un problema común que lleva a la pudrición de raíces.
Sustrato
La corona de Cristo no necesita un suelo muy rico en nutrientes, pero sí un sustrato que no retenga el agua ni la humedad durante demasiado tiempo. Puedes crear un sustrato con turba y arena de río o fibra de coco.
Ubicación
La corona de Cristo se puede ubicar en un lugar con buena circulación de aire, luz solar brillante y suelo bien drenado.
Según el Atlas de las Plantas de Medicina Tradicional Mexicana de la UNAM, esta planta tiene propiedades medicinales significativas. Por ejemplo, es muy útil en fitoterapia para tratar la diarrea, el malestar estomacal y los mareos. Además, las hojas de la planta son utilizadas para tratar erupciones en la piel, salpullidos y reumas.
Sin embargo, al momento de manipular esta planta se aconseja usar guantes, ya que la corona de Cristo despide un látex que puede irritar la piel.