Como todo en la vida, hay dolores y dolores. Algún dolor puede resultar más soportable y llevadero que otros, aunque también están aquellos que ninguna persona podría soportar. Y aunque el dolor de muelas y el que se experimenta durante un parto están entre los que más se padecen, no es el peor dolor para una persona.
Todos estos dolores mencionados a modo de ejemplo están encuadrados en lo que se conoce como "dolores crónicos". Este tipo de dolor constituye una de las mayores causas de incapacidad en el mundo, a tal punto de alterar (para mal) la calidad de vida humana. Y los expertos no tuvieron dudas en elegir cuál es el peor dolor del mundo para cualquier ser humano.
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Este es el peor dolor que puede sufrir una persona: no es el dolor de muelas ni un parto
Migrañas, dolores lumbares, jaquecas, dolores musculares, dolores óseos, infecciones dentales (como el dolor de muela) o el dolor inducido para dar a luz durante un parto están entre los dolores crónicos más intensos, penetrantes y difíciles de transitar. Ni siquiera la medicina moderna ha logrado dar con medicamentos o tratamientos 100% efectivos para paliarlos (al menos en sus momentos más críticos). Mientras que su uso sostenido trae contraindicaciones y otros problemas.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), cerca de 20% de la población mundial sufre de dolor crónico en cualquiera de sus formas. Y suelen estar relacionadas a enfermedades de tipo artritis, fibromialgia y neurológicas. Por esto mismo es que su tratamiento está entre las prioridades de la ciencia médica.
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Aunque insoportables por naturaleza, tampoco es el dolor del nervio ciático el más insoportable (aunque está sin dudas en el top 5). De acuerdo a la ciencia y en base a estudios empíricos, el dolor de la Neuralgia del Trigémino es el más difícil de llevar. Este nervio es el encargado de llevar las sensaciones del rostro al cerebro y es extremadamente sensible. El dolor en el nervio Trigémino provoca la sensación descargas eléctricas intensas, insoportables y recurrentes en el rostro. Y aparecen ante actos tan cotidianos como, por ejemplo, hablar.
