Las corrientes del océano Austral, especialmente la poderosa Corriente Circumpolar Antártica, transportan esta masa helada hacia la isla Georgia del Sur, un territorio crucial para la alimentación de pingüinos y focas en el Atlántico Sur.
El monitoreo constante del equipo de científicos reveló que el A23a, como se denomina oficialmente al iceberg, contiene numerosas grietas profundas en su estructura. Soledad Tiranti, glacióloga argentina que participa en una expedición de exploración en la Antártida, confirmó el desprendimiento de esta sección.
La trayectoria actual del iceberg genera preocupación entre los expertos por su posible impacto en la vida silvestre. Las aguas poco profundas cercanas a la isla Georgia del Sur podrían provocar el encallamiento del coloso, alterando los patrones de alimentación de las crías de pingüinos y focas.
Consecuencias para el ecosistema marino
El desprendimiento de esta sección del iceberg podría resultar beneficioso para la fauna local. Meijers señaló que una eventual fragmentación en piezas más pequeñas permitiría a los animales marinos navegar entre los bloques de hielo para buscar alimento sin mayores obstáculos.
Las observaciones satelitales continúan registrando el avance del A23a mientras los científicos estudian su comportamiento. Tiranti indicó que las corrientes locales determinarán en gran medida el destino final de este gigante helado que se desprende gradualmente en su viaje por el océano Austral.