Otro mito frecuente implica arrojar la pasta contra la pared para comprobar si está lista. "Esta no es la mejor manera de verificar si está cocida", afirmó el experto. La textura puede cambiar cuando el alimento golpea la superficie, sin proporcionar una indicación precisa de su cocción. Además, probablemente salpicará la pared con jugo almidonado de los fideos o, peor aún, verá cómo se desliza detrás de la estufa.
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Usar aceite de oliva para cocinar la pasta es un desperdicio, explica el chef.
Los amantes de la gastronomía italiana también suelen creer que la pasta fresca siempre supera a la seca. De Marchi desmiente esta idea: "La pasta fresca tiene una textura más suave y se cocina rápidamente, haciéndola perfecta para salsas delicadas. Por otro lado, la pasta seca posee una textura más firme y resiste bien con salsas abundantes o más espesas".
El drenaje excesivo representa otro error culinario importante. Contrario a lo que muchos piensan, conservar algo del agua de cocción ayuda a que la salsa se adhiera mejor a la pasta. "Esto crea un plato más cohesivo y sabroso", argumentó De Marchi. "Un poco de humedad puede marcar una gran diferencia en el sabor final".
Hábitos contraproducentes
La adición de sal al agua hirviendo genera confusión entre cocineros aficionados. Muchos creen erróneamente que acelera el proceso de ebullición cuando su verdadera función consiste en potenciar el sabor. "Si cocinas sin suficiente sal, la pasta puede terminar con un sabor bastante insípido", advirtió el chef, cuyo plato característico en NHC Murano Villa es un spaghetti alle vongole, combinación de almejas, ajo, vino blanco y hojuelas de chile.
Enjuagar la pasta cocida bajo agua fresca elimina el recubrimiento almidonado que ayuda a que la salsa se adhiera correctamente. "El calor residual de la pasta contribuye a que la salsa se una con ella, creando un plato más sabroso y cohesivo", explicó De Marchi. "Piense en ello como un hermoso matrimonio: desea que la salsa y la pasta se unan y vivan felices para siempre, no que se sometan a una ducha fría justo antes de servir".
Un hábito innecesario consiste en precocinar láminas de lasaña. "Precocinar láminas de lasaña no siempre resulta necesario, especialmente si utilizas una salsa con abundante humedad", comentó el experto. De hecho, muchas recetas de lasaña requieren usar las láminas directamente sin precocinarlas, permitiéndoles absorber líquido de la salsa y cocinarse durante el proceso de horneado.