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Alejo Arias junto a su hermana Agostina, al bajar de la camioneta que lo trasladó desde el aeropuerto El Plumerillo hasta su casa en Rivadavia.
Nicolás Ríos
La desesperación del abuelo por no saber nada de su nieto Alejo
Su abuelo materno, Pablo González (88), llegó unos minutos antes que Alejo. Con lágrimas en los ojos aseguró que era imposible saber qué le estaba pasando a Alejo mientras permanecía detenido Centro Penal de Jucuapa, en el distrito Usulután, cerca de la costa caribeña.
"He vivido estos casi dos años sufriendo. Estaba incomunicado con nosotros, no había ningún contacto, únicamente los cónsules podían llamarlo y hablar con él. Lo único que sabíamos era a través de las autoridades", dijo.
"Él estudió allá y se recibió de barbero, según me pudo contar. Siempre fue uno de los mejores alumnos acá en Mendoza, muy inteligente, enseñaba acá a los chicos, a los compañeros de él. Estuvo muy bien, gracias a Dios", completó.
Las primeras palabras de Sandra a su hijo Alejo Arias
"Cuánto te extrañé, mami. Qué felicidad estar juntos de nuevo", le dijo Alejo a su mamá Sandra cuando se reencontraron en Buenos Aires.
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Sandra González (mamá) , Alejo Arias, Mauricio Arias y Agostina Arias
Nicolás Ríos
Casi no hubo respuesta, según recordó su madre: "Imaginate: fue una felicidad completa que esté con nosotros".
"Él está dentro de todo muy bien. Le tenemos que dar mucha contención familiar. Tiene toda la familia que lo apoya. Pero sabemos también que el cónsul lo apoyó muchísimo allá en El Salvador. Y el abogado Miguel Angel Pierri se lució", concluyó.
Su prima Tania fue la última persona en verlo antes de su detención
La prima de Alejo, Tania, contó que fue la última que estuvo con Alejo antes de su detención. Ella estaba de vacaciones y pasó a visitarlo. "Me tocó la durísima tarea de volverme a Mendoza y 'dejarlo' en El Salvador", explicó la mujer, quien se enteró de la detención de su familiar prácticamente por los medios de comunicación.
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Tania, Alejo y Agostina Arias.
Nicolás Ríos
"Fue difícil porque un día lo llamé y no me respondió más. Buscando me enteré de que lo habían detenido. Pero creo que había que pasar por una gran tristeza para también conocer una gran alegría", contó.
Y cerró: "Lo veo entero y en paz".
El barrio, los amigos y la alegría de ver a Alejo después de 23 meses
Alejo llegó en la camioneta de su amigo de toda la vida, se sentó en el lado del acompañante y en los asientos de atrás acompañaron su papá y su mamá. "Es súper tímido y perfil bajo", dice su prima Tania, quien lo observa llegar.
Estacionan el vehículo en el portón de ingreso a la propiedad. Alejo ve una ronda de cinco periodistas que lo esperan. El chico tímido y perfil bajo de repente es una persona pública, incluso de relevancia en medios nacionales: no es para menos, hasta ahora es el único argentino detenido por el gobierno de Nayib Bukele.
Con timidez intenta no mirar a las cámaras, se baja y repite, probablemente, el décimo abrazo a su mamá en lo que va del día. Luego a su hermana y luego a su padre. Por primera vez en casi dos años está frente a su hogar.
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Alejo Arias y un abrazo esperado por toda su familia.
Allí, se toma un momento para hablar con la prensa y para agradecer al gobierno de El Salvador y al de Argentina: "Gracias a Dios ya estoy bien y feliz después de la situación difícil que pasé. Tuve apoyo de mi familia que nunca me dieron la espalda, de la Embajada de Argentina, de la sede de la Embajada que está en El Salvador".
En el aeropuerto reconoció al gobierno de Bukele.
Sus amigos le tenían una sorpresa preparada. Alrededor de las 21 llegaron con bengalas, serpentinas, carteles y con remeras de la cara de Alejo Arias. La mayoría lloró, otros lo abrazaron y agradecieron "a Dios" poder verlo otra vez.
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Entre medio había un hombre que no lo conocía ni a él ni a su familia. Rafael Robledo, vecino de Rivadavia, había seguido cada nota y no pudo no empatizar. "Me conmovió mucho porque es una situación muy especial y difícil. Cuando escuché que había llegado el avión, llamé a un amigo para que me diga dónde vive Alejo. Quería venir a recibirlo", dijo.
Finalmente, entró a su casa. Esta noche cenará, como cuando era chico, una comida de sus padres, escuchará a su familia y les contará lo que vivió. Por la noche, volverá a sentir lo que es dormir en su hogar.