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La empresa IMPSA tiene un pasivo que ronda los 550 millones de dólares y eso incide en la ralentización del proceso de privatización.
La amarga noticia les llegó el viernes pasado y eso generó la medida de fuerza, que fue en escalada y por la que en un momento evaluaron cortar el carril Rodríguez Peña, en la puerta de la metalmecánica, algo que finalmente no ocurrió.
Fuentes del Gobierno provincial, que junto a Nación siguen siendo accionistas de la empresa, confirmaron a Diario UNO la medida de fuerza y aseguraron que ultiman esfuerzos para poder pagarle a los empleados la totalidad de sus salarios, pero aún no hay una fecha certera de cuando podría hacerse efectivo ese pago.
Además sobrevuela el peligro latente de que no perciban la segunda cuota del aguinaldo, o de que cobren después de la fecha prevista para hacerlo como ya les ocurrió con la primera cuota de junio pasado. Hay que recordar que en julio, el actual CEO, Horacio Chighizola decidió diferir el pago y los empleados terminaron de percibir esa liquidación en septiembre.
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Cómo incide el pasivo de IMPSA en el proceso de privatización
En la angustiante situación financiera de IMPSA incide el enorme pasivo que arrastra, calculado en unos 550 millones de dólares.
Ese enorme rojo también habría sido el motivo por el que se ralentizó el proceso de privatización que acumula ya varios meses.
Es que la única empresa que presentó su oferta con la intención de compra, ARC Energy -bajo el nombre de Industrial Acquisition Find, LLC-, se planteó el objetivo de reestructurar esa deuda pero para ello necesita el ok de los acreedores. Todo ese eso con el objetivo final de erradicar la posibilidad de llegar a la quiebra.
La firma estadounidense ofertó 27 millones de dólares para capitalizar IMPSA, y la suma sonó a poco tanto en Mendoza como en Nación. Pero como fue la única empresa que mostró real interés, sus antecedentes son positivos y tiene conexión con el Gobierno de Estados Unidos, el proceso siguió su curso.
Sin embargo, la reestructuración de la deuda aparece como una meta difícil de lograr. Para eso habría que acordar con los principales acreedores: el Grupo Moneda, el Banco Nación, el BICE y el BID.
Las cartas están sobre la mesa. Los inversores estadounidenses ya les presentaron una propuesta y su plan de negocios y esperan con ello convencerlos de patear la deuda hacia adelante.