Análisis y opinión

Pistas para entender al peronismo mendocino hacia 2027

Tips para comprender qué arma el PJ local de hoy, pensando en 2025 y 2027. Félix, los K, Stevanato, la CGT y los movimientos sociales. ¿Coalición más grande?

El cierre de listas internas para conducir el peronismo en Mendoza generó mucha más expectativa de la esperable para este tipo de hechos políticos. En principio tiene que ver con el peso de los jugadores. Que aparezca Emir Félix a decirle que sí al partido, -que antes tantas veces lo buscó, incluso para ser gobernador- y al que siempre le decía que no, ya marca un cambio de registro. Ya es un elemento atrayente para ver qué está pasando ahí.

Hay otra razón: la influencia de Buenos Aires es innegable. Que Cristina esté encarnizada en una guerra den tinte parricida contra Kicillof, y que haya una liga de gobernadores plantándosele a la expresidente para arrebatarle el poder y casi relegarla para siempre, obviamente hace subir el morbo y torna llamativo todo lo que pase en todos los ramales del PJ. Incluido el nuestro,

Sin embargo, fundamentalmente para nosotros, hay otro motivo y es uno de los menos expresados: es que, en esta jugada, en este capítulo de la serie, están quedando instaladas las bases de la contienda 2027 en la provincia. Lo que pasará a partir de ahora con este peronismo tendrá peso, proyectará sombra –y mucha-, sobre los candidatos a sucesor de Cornejo. El PJ empezó a definir este sábado si va a volver a ser competitivo en las próximas elecciones.

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¿Qué nos dice entonces esta jugada y qué pistas nos deja para ese futuro?

Para empezar, es una lista de unidad. Esa es su marca y su slogan. Unidad a la fuerza, a los coscorrones, putéandose por abajo, fingiendo demencia ante todas las zancadillas que se han hecho; pero unidad al fin. Unidad hacia afuera; como emblema.

Es muy distinto al cierre de listas del 2022, cuando Stevanato quería competirle a Destéfanis y él era –o parecía- el nombre buena parte de los intendentes; de un sector opuesto al cristinismo. Ese cierre estuvo marcado por la bajada violenta de aquella lista de Stevanato y quedará siempre la duda de si vino orquestado ese freno desde Buenos Aires. Aquella falta de unidad impactó, repercutió; y entre otras cosas, por eso después hubo cuatro candidatos del PJ en la PASO. Un número excesivo y que desordenó aún más a los votantes peronistas, (aunque en realidad eran dos candidatos reales y dos casi sparrings).

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A propósito, otro de los indicios es que es una lista sin Stevanato en los papeles; en lo formal. Tiene a los suyos ahí, pero él decidió no estar. La versión es: se peleó con la CGT, porque querían meter a una sindicalista del municipio con la que él se lleva mal, y entonces se corrió. Después la CGT también se corrió, quedó afuera, e igualmente Stevanato no quiso volver. No quiso figurar ahí.

La verdad fue más compleja: no es específicamente contra esa dirigente sindical el encono del intendente de Maipú y además, esa aspereza con la CGT ya empezó a limarse este martes, en un encuentro que mantuvieron el intendente y el secretario general, Ricardo Letard, y que duró dos horas. Es más, se volverían a encontrar la semana que viene con foto y todo.

Independientemente de qué hay detrás, es otro gesto que define a esta situación política del PJ. Stevanato, probable pole position del peronismo para el 2027, hace gala una vez más de su autonomía ya icónica; de estar pero no estar. Autonomía a la cual, para muchos, llevó hasta el extremo en 2023, cuando no dio su apoyo total a la fórmula del partido. Eso está presente en este nuevo arranque. Es el único intendente que no figura. ¿Dice algo de cómo jugará en 2027? ¿De la libertad y cintura que pretende mantener? ¿De si las alianzas las piensa sólo hacia adentro o también hacia afuera del peronismo?

Absolutamente sí.

Hablando de la CGT, la tercera señal, y ya no como guiño al 27, sino directamente a las elecciones del año que viene, es la ausencia fuerte del sindicalismo nucleado ahí. Y no es ausencia y nada más, sino ausencia pegando un portazo. A las puteadas. Ausencia después de haber dicho que querían estar adentro y tener lugares y aliarse. Y con desaires incluidos de su secretario general, el mencionado Letard, y una probable búsqueda de levantar el perfil por parte de ese jugador. Alguien que pesa en Camioneros, en Buenos Aires.

Ahí hay otra sombra proyectada y marcada por la incógnita: qué hará este sindicalismo, hoy afuera, en 2025. ¿Irá por también afuera en el cierre de listas para las legislativas? ¿Se alineará, como algunos deslizan, a los movimientos sociales, como el Evita, que quedaron sin representación en todo esto?

Hay que ver si conviene. Hoy esas agrupaciones están muy flacas; primero porque Milei los barrió con los cambios en los planes, y segundo, por sus propios errores y carencias: de hecho amagaron con una lista alternativa, de Lautaro Cruciani, al final ese colectivo se bajó y la verdad es que no pareció importar demasiado. Con respeto, pero no hubo un sólo titular de diario diciendo que al final no jugaban.

El kirchnerismo sigue fuerte. El ganador de las últimas dos internas importantes del partido, pero también al que hacen cargar con los más grandes fracasos de los últimos años, demuestra que es una de las cabezas y que no se corre del mapa, como le habían pedido después de los cachetazos del año pasado y de 2021.

No queda en el primerísimo plano, es cierto, porque ese lugar es de Félix y, si se quiere, de los intendentes, pero está en el triunviro. Y Anabel pone, en el mejor lugar que le dieron, a una de las figuras a las que quieren potenciar, que es la concejala Paloma Scalco –que algunos le aseguran raíces ciurquistas, pero después fue traída hacia el ala de La Cámpora-. Scalco ya tiene una elección en la espalda. Ese nombre es otro guiño para 2025, en este caso, casi indudable.

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Algunos gestos de unidad en el pasado, durante la campaña 2023 del PJ.

Algunos gestos de unidad en el pasado, durante la campaña 2023 del PJ.

Carlos Ciurca también sigue siendo una figura fuerte, quizá necesaria para ayudar a la unidad, ese eje tan central que destacábamos antes. Una unidad valiosa por partida doble, aunque sólo sea hacia afuera o pretendida, no importa: es un contraste abismal con lo que pasa en el PJ nacional, que aparece tan partido como nunca. De hecho, va camino a su primera interna para definir presidente del partido, algo que no había ocurrido nunca en la historia. Mendoza da, ante eso, un fuerte gesto de ordenamiento.

Ahora, bien. Fuera de las formas, del perfil de este PJ que quiere renacer, aparecen las preguntas. La más importante: ¿buscará armar algo más grande como piden algunos? ¿Una coalición que aglutine a más fuerzas y más nombres, lo suficientemente amplia como para volver al ring provincial?

¿Lo suficientemente amplia para, por lo menos, volver a ser la segunda fuerza indiscutida de Mendoza?

Esta unidad al menos aparente, que le aportaría ahora sí un cacique claro, nítido y menos discutido, como Félix, ¿le dará un orden en la Legislatura, (hoy su único lugar provincial de peso), donde algunos van para acá, otros van para allá y donde se viven acusando de cornejistas unos con otros?

Y si eso cambia, ¿cuánto le preocupa al Gobierno tener ahora sí un bloque del PJ unificado, ordenado?

Por todas esas cosas es que el cierre de una lista interna, partidaria, en un país que se aleja cada vez más de esas intrigas de comité, sí nos parece importante.

Sienta las bases con las que saldrá a jugar, en Mendoza, el partido político más influyente del país. Sienta las bases con las que teóricamente se va a refundar después de sus sopapos históricos. Ayer, justamente un 23 de octubre, se cumplieron ya 13 años desde la última victoria importante que pudo sumar a sus vitrinas: el triunfo de Paco Pérez en 2011.

Algunos, mirando esas vitrinas con nostalgia, se preguntan:

¿Qué hay que hacer para volver a gustar?

¿Pueden volver a gustar en Mendoza, en el corto plazo?

Hoy estamos un poco más cerca de esas respuestas.

El PJ empieza a definir si vuelve a ser competitivo.

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