El último informe del observatorio Argentinos por la Educación da cuenta de que Mendoza es una de las únicas dos provincias que cuenta con datos del 100% de los alumnos de todos los niveles, inclusive del universitario. La otra es Santa Fe.
El último informe del observatorio Argentinos por la Educación da cuenta de que Mendoza es una de las únicas dos provincias que cuenta con datos del 100% de los alumnos de todos los niveles, inclusive del universitario. La otra es Santa Fe.
“Contar con un sistema de información educativa nominal, es decir de cada alumno, a nivel nacional es fundamental para poder acompañar las trayectorias de los estudiantes”, explica el informe elaborado por los profesionales de la Educación Flavia Ferrari Inchauspe, Leyre Saénz Guillén y Víctor Volman.
El documento señala que en este contexto, “caracterizado por el big data y el desarrollo de la inteligencia artificial, la gestión y el uso de datos se ha vuelto indispensable para tomar decisiones basadas en evidencia”.
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Desde la DGE y el Ministerio de Educación de Mendoza coinciden con esa postura y, de hecho, se busca mediante un proyecto de ley, que se está tratando en la Legislatura, mejorar esa herramienta, que se denomina GEM y avanzar hacia un Sistema de Gestión Educativa Integral (GEI) incorporando a los ya existentes, módulos específicos para capacitación y recursos humanos.
Por otro lado, dijeron, se establecerá un nuevo protocolo de carga de datos, con plazos específicos, para hacer más adecuado y eficiente el uso de la herramienta. E incluso se incorporará al GEM la carga del Certificado de Antecedentes Penales de los docentes.
Desde hace cuatro años, el Observatorio de Argentinos por la Educación releva a través de encuestas en línea a cada una de las provincias, los avances en la consolidación de un sistema de información y gestión educativa.
Esta herramienta es clave para contar con registros actualizados del ausentismo y las calificaciones de los estudiantes; también permite desarrollar Sistemas de Alerta Temprana (SAT) que, basándose en los datos de asistencia y otros indicadores, contribuyen a identificar y prevenir situaciones de riesgo de deserción escolar.
El documento destaca los avances en la consolidación de la Base Nacional Homologada (BNH), una web de datos de estudiantes que permite centralizar y estandarizar a nivel nacional la información proveniente del Sistema Integral de Información Digital Educativa (SInIDE) y de los sistemas propios de cada jurisdicción.
Las 21 jurisdicciones que participaron del relevamiento en línea son: Buenos Aires, CABA, Catamarca, Chaco, Chubut, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Jujuy, La Pampa, La Rioja, Mendoza, Misiones, Río Negro, Salta, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán. Solo Formosa, Neuquén y Tierra del Fuego no respondieron la encuesta.
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De esas, 10 cuentan con datos de prácticamente todos sus estudiantes, es decir del 99 o 100% de la matrícula en los tres niveles educativos obligatorios: Córdoba, Chubut, Mendoza, Santa Fe, La Pampa, Jujuy, La Rioja, CABA, Entre Ríos y San Luis.
Mendoza y Santa Fe, además, también registran información de todos los alumnos de nivel universitario, tanto público como privado.
Entre las provincias relevadas, se vieron disparidades significativas: Misiones y San Juan, por ejemplo, expresaron no tener datos de los alumnos del sector privado en sus sistemas; mientras que en Chaco solo declararon tener los datos del 13% de los alumnos de escuelas primarias privadas y 17% de escuelas secundarias privadas.
“La información recabada por los sistemas de información (SIGED) puede constituir una fotografía dinámica y completa del sistema, abarcando desde el desempeño individual del alumno hasta el funcionamiento del aula. Al analizar estos datos y retroalimentar el sistema, dotamos a docentes y directivos de información relevante para mejorar las estrategias de aprendizaje”, indica Flavia Ferrari Inchauspe.
El informe encontró que el acceso y el uso de la información se concentra principalmente en los niveles directivos y ministeriales, pero no así en docentes y comunidades educativas, para quienes no hay reportes específicos. Según varios estudios citados en el documento, cuando las escuelas y docentes reciben información útil, mejora tanto su compromiso con la carga de datos como el uso efectivo de estos para la toma de decisiones pedagógicas.
Otros desafíos detectados para poder consolidar un sistema de información educativa tienen que ver con la falta de personal calificado y la rotación del mismo, los problemas de conectividad existentes en las provincias, y las dificultades para establecer comunicaciones directas entre los sistemas provinciales y nacional.
“El informe realiza un aporte sustantivo al historizar un relevamiento específico que realiza Argentinos por la Educación sobre el desarrollo de los SIGED en Argentina. El trabajo propone una agenda de temas a seguir trabajando que coincide con iniciativas que ya se despliegan desde otros ámbitos (de la investigación, de la cooperación y de los organismos de financiación), además de los desarrollos que muchas jurisdicciones ya vienen impulsando”, analiza Nancy Montes, investigadora de FLACSO.
“Desde hace varios años, en el mundo y en la región se viene impulsando la nominalización de datos de los estudiantes en los registros de estadística educativa. Este tipo de registro permite identificar la historia y la trayectoria educativa de cada uno y cada una de los estudiantes, lo que incrementa las oportunidades de formular políticas y definir acciones más precisas en los niveles centrales y también en el nivel escolar”, explica Daniel Pinkasz, investigador de FLACSO y de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
“Este informe muestra avances significativos en la cobertura de datos educativos nominales como herramienta para mejorar la gestión, lo que es una buena noticia. Pero también evidencia algunas brechas críticas entre el potencial de estos sistemas y su implementación efectiva. La clave está en convertir estos avances en herramientas útiles para docentes y comunidades, promoviendo un cambio cultural que valore y utilice la información como motor de mejora continua”, indica Miriam Preckler, directora de Educación de CAF – Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe.
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