Javier Milei y Luis Petri.2jpg.jpg
Javier Milei y su particular forma de destacar al ministro de Defensa, Luis Petri.
El significado del calificativo "reputada" que me quiere hacer escribir el corrector virtual hace referencia a una persona experta en una materia que además prestigia a su profesión. Estas máquinas suelen escaparle fiero a la compresión fina de los textos.
El término "de reputísima madre" de Javier Milei ha puesto en aprietos a la ponderada inteligencia artificial (IA). Para este adelanto tecnológico, "reputísima" es, supuestamente, "una forma superlativa del adjetivo reputada que se usa para describir algo o alguien que tiene buena reputación".
Uno frunce el ceño y se pregunta: ¿la IA no querrá decir en realidad "de reputadísima madre" (en el sentido de persona acreditada, respetada o afamada) y no reputísima, que conlleva significados más densos?
En el lenguaje coloquial de estos tiempos una moto de generosas cilindradas es "de putísima madre" al igual que ese lugar al que algún conocido se ha ido de vacaciones o la última película de Christopher Nolan.
Un publicista diría que el formal "de reputadísima madre" no tiene el punch que porta el callejero "de reputísima madre". Perdón, lector, si lo estoy confundiendo. Ocurre que "no es lo mismo atrás que en ancas".
Insultar es provocar
Como periodista, uno no termina de habituarse a la inusual forma de hablarle al país que tiene el presidente Milei. No se trata de lo descontracturado de su discurso, sino de la insistencia en insultar al que discrepa y en descalificar al que piensa distinto, por más que esos discrepantes hayan aclarado previamente que avalan muchos de los logros del Presidente en materia económica.
En esta primera semana sin cepo cambiario, Milei dijo además que los comerciantes que suban los precios sin motivo "se van a tener que meter las mercaderías en el orto" porque los consumidores no se las van a comprar.
Javier Milei.jpg
Muchos argentinos, incluso los que aprueban sus medidas económicas, no logran habituarse a la inusual forma de hablarle al país que tiene el presidente Milei.
Absolutamente innecesario. Con esa guarangada se privó de hacer docencia explicando claramente a la población las razones económicas y técnica que no avalan las subas desmedidas, hechas "por las dudas".
El jefe de la Casa Rosada convirtió al traste de algunos fabricantes de alimentos en el centro de una declaración pretendidamente ingeniosa para impresionar.
Mientras Javier Milei siga insultando y derrapando hacia el pantano de la ofensa rabiosa, con esa seguidilla de comentarios de tablón sobre los órganos sexuales y el poto de los mandriles, seguirá aguachentando su investidura. El respeto a la institucionalidad que representa un presidente es una de las gemas a preservar por los gobiernos liberales y republicanos.