Análisis y opinión

Discutir el reparto de dinero, ese gran desafío político para la Mendoza del 2025

Habrá un encuentro de intendentes por la coparticipación provincial. Un gran desafío para todos, pero sobre todo para el oficialismo

El 2024 todavía tiene un hito político para ofrecer a los mendocinos. Tiene que ver con algo que capaz te parezca aburrido. Coparticipación provincial.

¿Qué es la coparticipación provincial? Es el sistema por el cual se reparten fondos a los departamentos. Para algunos pasó desapercibido, pero en realidad este es uno de los temas políticos del año en Mendoza. Básicamente explica cuánta plata van a tener los intendentes para hacer obras, para brindar servicios de salud o para las tareas más básicas, como limpieza y alumbrado.

¿Y por qué es uno de los temas políticos del año? Porque meses atrás Cornejo modificó una parte -mínima, pero trascendente- del sistema que define cuánta plata le toca a cada intendente. Y no sólo quedaron muchos descontentos a partir de ese cambio, sino que hubo varios que permanecieron descontentos: porque en realidad el sistema les parece malo, viciado y antiguo ya de base; es decir, desde antes de cualquier modificación hecha ahora.

Sumado a todo esto, en los últimos días comenzó a aflorar un puñado de proyectos para cambiar ese mecanismo. Prácticamente cada intendente tiene el propio, y algunos de los que aún no han mostrado sus ideas igualmente las tienen preparadas para sacarlas a la luz cuanto antes. Y habrá oportunidad: la semana que viene habrá un encuentro de intendentes en el que lo más importante será precisamente esto: qué hacer con la coparticipación. El propio Ejecutivo pidió las ideas.

Entonces, a priori la situación es muy positiva. No sólo porque puede servir para corregir las injusticias que efectivamente tiene el mecanismo, sino también porque nos pone a los mendocinos ante la chance de beneficiarnos de una buena gesta política: que resolvamos, con todas las intendencias y el Gobierno escuchándose entre sí, una problemática hipercompleja y en la que además parece imposible dejar a todos contentos.

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Es decir, es Mendoza y su clase dirigente ante un laberinto que, de tan desafiante, ofrece oportunidades: pone a prueba la institucionalidad en general y a las capacidades y el buen accionar de los individuos políticos que van a discutir. Y encima, puede darnos una salida beneficiosa sobre algo que va a perdurar mucho tiempo, porque el mecanismo que se establezca no será sólo para los intendentes actuales ni sólo para Cornejo; ni sólo para nosotros. Lo más probable es que la nueva fórmula, si la hay, dure décadas.

Ahora, ¿realmente corresponde entusiasmarse tanto o el encuentro será, como marcan los más críticos de esta gestión, “puro show”, pura “sarasa”?

Ahí está la clave, la bisagra de lo que tenemos en frente. En declaraciones periodísticas, el ministro de Gobierno, Natalio Mema, figura diciendo que el sistema no es el mejor, que podría ser más justo. Es una buena admisión. Entonces: si el Gobierno tiene la capacidad de decir que el sistema es incorrecto, de criticar un aspecto que atañe fuertemente a las finanzas departamentales –y por tanto a la vida de la gente-; si el Ejecutivo tiene la capacidad de generar un proyecto de ley mejorador; si encima ese proyecto de ley puede ser de consenso (y de consenso amplísimo, porque tendríamos a 18 intendentes y a tres fuerzas políticas opinando); y si el Gobierno, encima, tiene el poder para sancionar casi cualquier proyecto que se proponga en la Legislatura, porque sabemos tiene los números: ¿podemos entonces contentarnos con un Ejecutivo que el 5 de diciembre diga simplemente “resuélvanlo ustedes; es un tema sólo de los departamentos y nosotros somos la provincia que mayor porcentaje de coparticipación reparte”?

No. No deberíamos. Porque el de Mendoza es un Gobierno que puede influir de otra manera, mucho mayor, en el tema. Como lo vimos, por ejemplo, cuando diseñó el cambio en el Coeficiente de Equilibrio.

Pero no sólo por eso no deberíamos: sino porque en este caso particular, el Ejecutivo puede –y tal vez debe- ser el ente que administre las diferentes posturas, contrapuestas, que hay en el tema y las conduzca a una salida positiva, amplia y -ojalá- provechosa. Por eso la reunión de la próxima semana encierra desafíos para todos; pero sobre todo los encierra para este Gobierno, que será la pieza central del cónclave.

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Hebe Casado, Alfredo Cornejo y el intendente lujanino, Esteban Allasino, uno de los que plantearon sus críticas al último cambio.

Hebe Casado, Alfredo Cornejo y el intendente lujanino, Esteban Allasino, uno de los que plantearon sus críticas al último cambio.

Son ellos los que deben salir a demostrar su capacidad (y sobre todo su voluntad) de diálogo y su destreza para confeccionar un mecanismo lo más justo posible. Sobre todo porque, además de lo expuesto antes, son hasta sus propios intendentes, como Ulpiano Suarez, los que están clamando por un cambio; gritando a quien quiera escucharlos que el mecanismo es simplemente malo.

Por supuesto, también habrá desafíos para la clase política de Mendoza en general: primero, por esa máxima que dice dice que si querés que algo no se resuelva, tenés que mandarlo a un foro de discusión política, tipo concilio. Como es exactamente lo que va a pasar; entonces tenemos la chance de dejar muy mal parada a esa idea, podemos demostrar que es mentira y que el formato asambleario puede ser también práctico y efectivo.

Segundo, porque justamente habrá que discutir criterios de reparto: quedará muy en claro, en las ideas que propongan los intendentes, si son herramientas para simplemente favorecerse a sí mismos, y a los suyos, o si son criterios que realmente harán justicia al contexto actual y futuro de los departamentos. Sólo habrá que aguzar un poco el olfato para detectar esas jugadas.

Tercero, -esto también interpela más al Ejecutivo que a la oposición- porque es la chance de que se oiga a esos opositores y se muestre (si las ideas lo merecen) permeabilidad ante sus propuestas. Sobre todo, en una provincia cuya Legislatura es señalada porque prácticamente no trata un sólo proyecto que no sea oficialista.

Y para esos opositores también habrá desafíos específicos. Un ejemplo básico: hay líneas internas del peronismo (concretamente de La Cámpora, que quizá tenga sus críticas motivadas por todo el poder que ha perdido) que acusan a otros peronistas de “servilismo” al poder provincial. Teniendo en cuenta eso, será la chance para plantarse y que algunos dirigentes asomen la cabeza con proyectos más bien “rebeldes” al Gobierno, pero - más importante que eso- mostrando una rebeldía valiosa (es decir, que los proyectos sean razonables y trabajados, como a priori parece, por ejemplo, el de la senadora Mercedes Derrache (PJ), que incluye como criterios para el reparto a la educación, los servicios de salud prestados por los departamentos y la disciplina fiscal).

En definitiva, la que tenemos la semana que viene es una cita más que interesante y muy trascendente. Aunque a algunas personas se les diga “coparticipación” y den vuelta la cabeza. La sola mención de esa palabra, lo sabemos, produce aburrimiento.

Sin embargo, es fácil cambiar el enfoque. Si afinamos un poco más la mirada, veremos que por estos días Mendoza pone a prueba algo más que su forma de repartir dinero. Pone a prueba su nivel de diálogo, la capacidad técnica de sus dirigentes, su institucionalidad, su visión de futuro y muchas facultades más.

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