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Antonia Falcón, la víctima del femicidio en Guaymallén.
De incendio a femicidio
El 20 de enero pasado, a las 2.30, una columna de humo sobre una casa del barrio San Vicente II, en Guaymallén, llamó la atención. En ese lugar vivía Antonia Falcón, la dueña, quien también le alquilaba una habitación a Damián Orozco.
El primero en notar el incendio fue uno de los hijos de la mujer, quien estaba con su pareja en un baldío cercano. Al ingresar a la casa advirtió que había un bulto que se estaba prendiendo fuego sobre una silla. Cuando logró apagar las llamas notó que se trataba de su propia madre, quien ya se encontraba sin vida.
Lo primero que hizo sospechar sobre Damián Orozco fue que el propio hijo de Antonia Falcón lo increpó y lo señaló como el asesino. Es que el joven sabía que su madre venía teniendo discusiones con el inquilino para desalojarlo del lugar porque tenía conductas inapropiadas.
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Antonia Falcón, la víctima del femicidio en Guaymallén.
Además, los vecinos que llegaron minutos después al lugar del incendio declararon que el inquilino intentó escaparase saltando una medianera, pero lograron reducirlo hasta que llegó personal policial.
Otro dato clave fue lo que declaró la nuera de Antonia Falcón. La joven dijo que minutos antes de advertir la columna de humo en la casa de Guaymallén escuchó gritos de una persona que decía "¡dejame, dejame!". Luego se oyó un golpe en seco.
Otras de las pruebas que tiene la Fiscalía en la investigación es la declaración de lugareños quienes aseguraron que, el día anterior al incendio, Damián Orozco se llevó todas sus pertenencias del domicilio.
Por último, en el lugar donde ocurrió el femicidio se encontró una botella de aceite de cocina, líquido con el cual fue rociada Antonia Falcón antes de ser prendida fuego. Ese elemento tenía huellas dactilares del único sospechoso del crimen.