Análisis y opinión

Mendoza: la tradición radicheta del Norte versus la tradición peroncha del Sur

Las experiencias demócratas devenidas en partidos locales -tipo Luján de Cuyo- son armados vecinales con predominio de figuras conocidas de pago chico. Se da también en San Carlos

Los 243 kilómetros que separan San Rafael, la segunda ciudad de la provincia, con la ciudad capital, son mucho más que kilómetros y la forma de hablar. Hay un abismo entre lo que eligen unos y lo que eligen otros al momento de votar.

El Norte tenía una joya peronista que fue arrebatada por el radicalismo en 2015 y aún hoy no recupera: Las Heras. Por eso, en casi todos los departamentos norteños hay hoy un predominio radical, sobre todo en los más pudientes, con Ciudad de Mendoza a la cabeza y Godoy Cruz que ha sido gobernado muchos menos años por los peronistas que por los radicales.

Difícil establecer con precisión y debajo de un solo criterio cuáles son los motivos que llevan a los mendocinos a sostener gustos políticos tan diferentes viviendo en departamentos separados tan sólo por un par de acequias.

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El gobernador Alfredo Cornejo junto a Ulpiano Suarez, intendente de uno de los bastiones del radicalismo: la Ciudad de Mendoza.

El gobernador Alfredo Cornejo junto a Ulpiano Suarez, intendente de uno de los bastiones del radicalismo: la Ciudad de Mendoza.

Vecinos extremos

En ambos extremos hay excepciones: en una punta, la Capital que nunca fue gobernada por el PJ desde la vuelta de la democracia en 1983 y en la otra punta Maipú que nunca fue gobernada por los radicales desde 1983.

Maipú esquiva a los radicales y es también vecina de Guaymallén, donde los radichetas han recuperado terreno después de un largo periodo dominado por el PJ.

Ahora son más poderosos los boinas blancas allí, pero las internas no les dan respiro. Como decía Raúl Alfonsín: “El principal problema que tenemos los radicales es que un día nos devoramos entre nosotros”.

En muchos departamentos -Maipú es un caso- se dan situaciones que abarcan tanto a peronistas como a radicales: están muy diezmados o divididos, lo que favorece la estadía del contrario en el poder.

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Matías Stevanato, intendente de Maipú, junto a su par Marcos Calvente, de Guaymallén.

Matías Stevanato, intendente de Maipú, junto a su par Marcos Calvente, de Guaymallén.

El gran bonete de Las Heras

En Las Heras el peronismo supo ser muy poderoso pero hace varios turnos el electorado le da la espalda. Los peronistas de allí se tiran la pelota de un lado para el otro pero al que más señalan es a Carlos Ciurca, uno de los armadores políticos más picantes de Mendoza y vicegobernador en épocas de Francisco Pérez.

Ciurca es un dirigente de amianto porque ha soportado todos los fuegos del peronismo, las puteadas por el Paco, los rezongos lasherinos y sigue dando vueltas, tejiendo y destejiendo cual Penélope.

Vendavales con repercusión departamental

Es interesante seguir el péndulo de los departamentos porque construye realidades muchas veces al ritmo de la política nacional como en 1983 y 1999.

Los vendavales Alfonsín y De la Rúa depositaron en las intendencias a desconocidos que no pudieron aguantar los trapos y en el próximo turno, a los cuatro años, esos departamentos fueron para el peronismo que se quedó morando allí por décadas.

También el péndulo puede propender hacia figuras de la política provincial, como la hegemonía del equipo de los mendocinos entre 1987 y 1995, con José Octavio Bordón a la cabeza.

Alfredo Cornejo también ha marcado fuerte su impronta en los departamentos del Norte, pero no es profeta en su San Carlos natal, donde no ha podido hacer pie con figuras propias durante el imperio de su hegemonía. Paradojas de la política.

Ni peronistas ni radicales

Las experiencias demócratas devenidas en partidos locales tipo Luján de Cuyo que, si bien usó el sello del PRO, son armados típicamente locales con predominancia de figuras conocidas en ese pago chico, se repiten en el Valle de Uco con partidos vecinalistas que han conquistado al electorado como en San Carlos con Jorge Difonso y sus herederos.

La realidad efectiva

Más abajo, hacia el Sur, todo se pinta de peronismo. En San Rafael, el radicalismo gobernó en 1983 con la ola alfonsinista y después tuvo que esperar hasta 1999 cuando el fenómeno de la Alianza entronizó en el sillón de intendente sanrafaelino al ex senador nacional y precandidato presidencial radical en 2015 Ernesto Sanz, uno de los arquitectos de Cambiemos.

Después desembarcaron los hermanos Félix, quienes han mantenido la hegemonía peronista ininterrumpidamente por más de 20 años. Es otra de las grandes frustraciones políticas de Cornejo no haber podido ganar nunca la intendencia de San Rafael.

O sea, sobre casi 42 años de democracia, el radicalismo ha gobernado allí 8 años y el peronismo 34. En Malargüe la hegemonía entre peronistas y radicales es compartida –con una pequeña luz a favor del PJ— y en General Alvear los radicales llevan la delantera.

Arriba y abajo

El cuarto distrito electoral conformado por los tres departamentos del Sur tiene una media de triunfos del PJ en elecciones de medio término y generales muy superior a la de la UCR desde el '83 a la fecha, justamente por el predomino de San Rafael en ese padrón de 250.000 electores.

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Omar Félix, intendente de un departamento con fuerte tradición peronista.

Omar Félix, intendente de un departamento con fuerte tradición peronista.

Lo mismo sucede hoy con el primer o con el tercer distrito a los que pertenecen Capital, Godoy Cruz, Guaymallén y Las Heras, pero al revés: la UCR pisa fuerte allí y es lo que le permite al gobernador estar holgado en la Legislatura sin necesidad de ningún tipo de acuerdo con la oposición que hace años está muy flaca.

La Renga eligió San Rafael para hacer su toque rockero ritual. En cambio, la banda Los Piojos eligió la Ciudad de Mendoza para presentarse ante sus fans.

También en esa sutil diferencia de estilos rockeros se vuelven a presentar más lejanos esos 243 kilómetros que dividen la capital mendocina del segundo centro urbano de la provincia asentado en el Sur y vecino de la Patagonia.