Cada día que pasa se vuelve más inservible el cesto de basura frente a nuestras casas. Muchos vecinos han dejado de usarlos para no encontrarse a la mañana siguiente con residuos desparramados en la vereda.
Cada día que pasa se vuelve más inservible el cesto de basura frente a nuestras casas. Muchos vecinos han dejado de usarlos para no encontrarse a la mañana siguiente con residuos desparramados en la vereda.
Este es uno de los tantos datos sobre cómo se está modificando la cotidianidad de los barrios a partir de la crisis económica y la falta de empleo. La indigencia obliga a mucha gente a buscar comida en donde sea.
Antes se sacaba la basura a la hora fijada por la Comuna y los vecinos se olvidaban del tema. Para eso, entre otros fines, se pagan tasas municipales. Todo cambió cuando empezaron a aparecer bolsas destrozadas y desechos tirados en las zonas residenciales.
Cansados de limpiar los frentes de sus casas, los contribuyentes han optado, bolsas de basura en mano, por llevarlas hasta el contenedor comunitario más cercano. O subirlas al auto para dejarlas de paso al trabajo o a las compras. ¿Chau canasto?
Quienes no tienen contenedores en las cercanías, juntan la basura de dos o tres días para no hacer tantos viajes, algo poco recomendable por los calores extremos de este enero.
Hace tiempo, cuando esto comenzó, los vecinos afectados buscaban cada mañana su escoba y su pala y dejaban otra vez limpia su vereda. Después se cansaron y el tema llegó a los municipios.
Allí constataron que lo que ocurría en los barrios también se había acrecentado y magnificado en el Centro de la Ciudad, donde todo es más visible. Primero fueron sólo hombres, después se agregaron mujeres y en muchas ocasiones familias enteras. Los niños suelen ser introducidos en los contenedores más profundos para que les vayan pasando a sus padres las bolsas difíciles de alcanzar desde la boca del tacho.
Hoy, aferrarse a colocar los desperdicios en los cestos de cada vivienda seguirá siendo una complicación para los frentistas. Nada indica que la necesidad de muchas personas de procurarse comida en la calle vaya a mermar en un tiempo corto. Tanto la Ciudad como todo el Gran Mendoza deberán seguir explorando soluciones.
Cuando arrancó lo de las bolsas rotas, algunos creyeron que era por una deficiente manipulación de los residuos por parte de los recolectores municipales. Con rapidez comprobaron que no había ninguna desidia de dichos agentes.
Lo que había era un dato duro de la realidad: hay personas que no tienen ni para pagarse una comida diaria. Ante esa realidad ¿podría ser mayor el malestar vecinal que el de los que no tienen para comer? Claro que no.
Lo cual no quiere decir que no deba atenderse a las dos partes. Para eso está la política. En este caso la comunal, porque los municipios se sostienen en parte por el cobro de tasas.
Quienes siempre han tenido el cesto de residuos frente a su casa tienen el derecho a peticionar ante las intendencias para que también atiendan sus reclamos sobre higiene urbana. Pagar puntualmente sus compromisos municipales los avala para quejarse.
La situación está demandando a los principales municipios cambios en la forma en que venían gestionando el retiro de los residuos. En las comunas se están replanteando estrategias para no resentir el aseo público. Se han reforzado las recolecciones diferenciadas y el barrido de cunetas y calles. Las acequias suelen ser usadas como "depósito" de lo que se rechaza tras revisar las bolsas.
Nadie puede desconocer que tener que salir a buscar comida en la basura es una desgracia social, el resultado vergonzoso de tantos años de populismo donde no se creó empleo genuino, no se generó riqueza y donde la corrupción reinó a discreción.
Al lado de eso, lo del cesto de residuos de las casas, que hemos puesto como símbolo de los remezones que vive la clase media, puede parecer una nimiedad. Este sector también viene de sufrir muchos golpes y merece consideraciones.
La clase media es la principal sostenedora del equilibrio social y político de un país. Se merece volver a tener un cesto de residuos en la puerta de la casa.