Análisis y opinión

Inefable Hebe Casado, una vicegobernadora con traje de amianto

Muchos no daban dos mangos por Hebe Casado. Es más, temían que fuera un problema para el gobernador Cornejo, pero los chúcaros suelen hacer buenas yuntas

Hebe Casado usa traje de amianto. No muta a otra moda. Si se celebra el Día de la Diversidad Cultural, la vicegobernadora es capaz de clavar en las redes "¡Feliz Día de la Hispanidad!" para armar un buen bardo y revolverle las tripas a los correctos.

No importa que haya perdido en la reciente interna del PRO de Mendoza (con la crisis que tiene el PRO, ganar tal vez le hubiese jugado en contra), ni que en el proceso de esa elección haya habido duras denuncias cruzadas de los contendientes.

Tampoco parece quitarle el sueño que la oposición peronista le cuestione su forma de manejar algunos fondos públicos en el Senado de la Provincia, al sugerir supuestos desvíos hacia lo político-partidario. Ante todo eso, ella planta cara y le da para adelante.

Casado es de carácter pétreo, no se apichona. Ciertas veces mete la pata o se despacha con una declaración inesperada que pone a temblar a algunos funcionarios del Ejecutivo. ¿Y? Nada, la armadura natural la sostiene. ¿Deprimirse? ¡Jame joder!

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Dice cosas como ésta: "La ley antiminera 7772 fue un invento estúpido de algunos mendocinos". Eso lo vociferó desde Australia en un viaje oficial para difundir la nueva orientación sobre inversiones mineras en la Provincia.

¿De qué mendocinos habla?, le preguntaron. "De Julio Cobos y compañía", respondió la vicegobernadora con una serenidad de espíritu que no parece impostada. "Yo voté para derogar la 7722 y jamás me retracté, no como otros", asegura clavando el estilete.

En abril pasado le hizo subir la presión a más de uno cuando por El Siete de Mendoza dijo que era "un despilfarro" que la Universidad pública siguiera financiando "algunas carreras que son hobbies porque no tienen salida laboral". Muchos comprovincianos no pudieron dejar de asentir con la cabeza y de sonreír socarronamente mientras escuchaban a la Vice.

Casado, médica inmunóloga, no duda en zamparte ciertas cosas, por ejemplo que, por la falta de control de los médicos de cabecera había jubilados del PAMI que recibían medicamentos al 100% y los vendían o los entregaban a familiares, uno de los tantos motivos que llevó a que la obra social de los jubilados se desfinanciara y tuviese que haber recortado algunos beneficios hasta poder adecentar el sistema.

La vicegobernadora Hebe Casado en la inauguración del Instituto Confucio

Están los que quisieran que Casado fuese más prudente, más protocolar. ¡Mirá vos! Que se sienten a esperar. A muchos les hubiese gustado hacerle a la dama "la gran Rodolfo Suarez" y bloquearla (en vida). En realidad, el impacto que genera la vicegobernadora con su lengua se da más en el microcosmos partidario, no tanto en la ciudadanía.

En la oposición la acusan de "mina desubicada" y le piden moderación y temple. Que esté a la altura del cargo. Que no genere ruidos innecesarios. Reiteran que se hace la picante y después no sabe argumentar, como cuando no pudo o no quiso decir cuales carreras estaban al cuete en la UNCuyo.

Uno de los detalles que más llama la atención en la vicegobernadora es que su acidez oral y escrita puede ir por un lado, pero el mensaje que ella da con su cuerpo, su cara de legalmente rubia, su entonación y sus gestos son los de una persona "tranqui", previsible.

Un periodista me dijo hace tiempo: "cuando la conocí personalmente me pareció un pollito mojado, una tipa modosita, no la venenosa de las redes" Es como si hubiera dos personas en ella. Es capaz de llenar su lengua de ácido y lanzártelo sin necesidad de poner énfasis, con el mismo tono de voz con el que te dijo "hola, mucho gusto".

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Quizás una de las cosas más llamativas del "factor Casado" sea la liaison política que ha logrado armar con Alfredo Cornejo. Cuando el año pasado se dio a conocer la fórmula Cornejo-Casado muchos fruncieron el ceño y les auguraron tempestades.

Hasta ahora no se han sacado los ojos. Por el contrario parecen confirmar que los malos y chúcaros suelen hacer buenas sociedades.

Sobre esta mujer, a la que muchos no le daban dos mangos y que varios políticos no terminan aún de configurar, se podrán decir muchas cosas. Buenas y malas, según la posición del observador.

Que la mata la lengua, que no tiene filtro, que no es mendocina sino sanrafaelina (je) y así. En cambio raramente podrá achacársele que ha pasado desapercibida o que no ha entendido qué andarivel era el necesario para mandarse en este momento político.

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