Análisis y opinión

El veto de los súper y las casi 5 horas de Milei en el streaming

Los supermercadistas dieron la nota al frenar listas de precios irreales de los fabricantes de alimentos. Y Javier MIlei batió un récord en el streaming ante Alejandro Fantino

Dos hechos llamaron la atención en esta Semana Santa. Uno tuvo que ver con el bolsillo de los argentinos. El otro, con los criterios políticos del presidente para comunicar. Veamos primero la enunciación de ambos asuntos:

1) Los grandes supermercados y mayoristas rechazaron públicamente (he ahí lo novedoso) las nuevas listas de precios que los fabricantes y proveedores más importantes del rubro alimentos les zamparon al otro día de la liberación del cepo cambiario, con alzas de entre el 10% y el 12% que no tenían justificación alguna.

2) El presidente Javier Milei estuvo hablando casi cinco horas en el programa de Alejandro Fantino por el sitio digital Neura Media del streaming. El periodismo de amigos es el único que acepta el mandatario, quien no da conferencias de prensa. En ese universo, inquirir o repreguntar pasa a ser cosa de "esbirros".

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Un momento de la extensa entrevista de Alejandro Fantino con Javier Milei.

Un momento de la extensa entrevista de Alejandro Fantino con Javier Milei.

Malditas listas

Ha sido muy interesante ver que los dueños de los súper decidieron ser parte activa del mercado y no acatar la tiranía de los que aumentan "por las dudas".

Varios de ellos dieron a conocer los nombres de los grandes proveedores de alimentos que sorprendieron con las nuevas y especulativas listas de precios basadas en un dólar de $1.400, valor al que nunca llegó "el verde" en esta primera semana sin cepo. Por el contrario, la tendencia fue al revés.

Unilever, Molinos Río de la Plata, Aceitera General Deheza y Cañuelas fueron algunas de las grandes empresas de alimentos que quedaron señaladas por la avivada y tuvieron que recular.

Los supermercadistas, que vienen de varios meses de caídas en las ventas, esta vez se plantaron. Lo hicieron en defensa propia para retener a sus clientes. En muchas ocasiones ya habían tenido chisporroteos con los grandes proveedores, pero eran enfrentamientos asordinados. Los clientes no se enteraban.

Ahora fue distinto, los supermercados y mayoristas (o una buena parte de ellos) ventilaron el problema, se negaron a aumentar precios al voleo y pasaron a convertirse en un engranaje importante y decisorio en la cadena comercial. Con poder de veto. Y eso es bueno para higienizar el sistema comercial donde aún reinan varias malas artes.

Podríamos decir que lo ocurrido es una muestra cabal de que en una economía saneada, el precio lo pone el mercado, no un grupo económico en soledad como si fuera un dictador, ni tampoco el gobierno, que siempre fracasa con los controles de precios.

Llevamos tantos años de economía ficticia que a veces es muy difícil que entendamos que si existe superávit fiscal y no hay emisión de billetes, es prácticamente improbable que venga una devaluación.

Durante todos los años del kirchnerismo estas cosas se manejaban desde el gobierno apelando a parches y arreglos amañados con sectores amigos. La tendencia fue la prebenda. Y el leimotiv, el famoso "vamos viendo". Nunca se fue al fondo de nada.

Insisto: esta reacción contra los aumentos "inventados" está relacionada con el hecho de que ya no se soportan ciertos entramados oscuros que reinaban en la economía y de los cuales aún quedan muchos en pie.

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Los supermercados y mayoristas (o una buena parte de ellos) ventilaron el problema, se negaron a aumentar precios al voleo

Los supermercados y mayoristas (o una buena parte de ellos) ventilaron el problema, se negaron a aumentar precios al voleo

En modo stream

Mediante la utilización de varias de las formas y contenidos que, por izquierda, hacían Fidel Castro en Cuba, Nicolás Maduro en Venezuela o López Obrador en México, esto es, hablar y hablar durante horas en la tele y en la radio sin que ningún interlocutor les cuestionara nada, en la Argentina, y por derecha, el presidente Javier Milei sigue consolidando la tendencia de explayarse a sus anchas y sin retruques de nadie, avalado por algunos comunicadores amigos en el streaming.

El ejemplo más claro ha sido el kilométrico monólogo que por casi cinco horas Milei vertió ante Alejandro Fantino en Neura Media el lunes pasado cuando se eliminó el cepo cambiario.

Siempre es noticia y digno de verse lo que diga un presidente, así sea un disparate. En nuestro sistema político el mandatario es lo máximo de la institucionalidad. Pero lo de Milei hablando casi cinco horas supera casi todo lo visto. Si hasta Fantino tuvo que desaparecer de escena acuciado por las ganas de orinar mientras el mandatario seguía hablando a todo trapo.

Y mire que no nos hemos olvidado del excéntrico Carlos Menem, ni del turbado Fernando De la Rúa, ni del fugaz defaulteador Adolfo Rodríguez Saá, ni del matrimonio nacional, popular y "de izquierda" de apellido Kirchner. ¡Cómo no traer a la memoria las sofocantes cadenas nacionales a que nos sometía Cristina en sus dos presidencias y que debíamos escuchar así estuviéramos haciendo compras en el supermercado, comercios que también entraban en cadena.

El streaming, con sus contenidos multimedia que vemos a través de internet, tiene sus aspectos positivos y es sin duda un fenómeno de las actuales comunicaciones, pero no lo podemos ver como la suplantación del ejercicio del periodismo profesional, como sueñan algunos dirigentes políticos fascinados con los extremos ideológicos y que exigen acompañamiento acrítico. Pueden y deben coexistir, pero no son lo mismo.

Cuando uno lo ve a Fantino sofrenado ante los retos de su amigo presidente que le exige que no lo corte mientras está hablando, o cuando se lo ve mudo ante los furibundos ataques del mandatario a consagrados periodistas por haber hecho interpretaciones sobre datos de la realidad que no concuerdan con el relato oficial, el espectador no puede menos que ratificar que, en efecto, no es lo mismo la prensa independiente, que está fijada y garantizada por la Constitución como un reaseguro para defender la división de poderes y la libertad de expresión, que una reunión de amigos en el streaming.