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La Justicia ordenó investigar el curioso caso que se desarrolla dentro de la cárcel.
El preso que pide Viagra
Un preso sólo está privado de su libertad y eso no debe implicar un agravamiento en sus condiciones de salud. Bajo esta premisa, desde hace varios años que el Servicio Penitenciario le viene suministrando una serie de medicamentos debido a distintas patologías como hipertiroidismo y trastornos oculares, entre otros.
Pero el 23 de julio se sumó una más: disfunción eréctil. Un médico confirmó que padece esa patología y le diagnosticó el consumo de sildenafil o tadalafilo, conocidos popularmente como Viagra.
Durante un puñado de meses recibió estas pastillas en su combo de medicamentos, hasta que en algunas ocasiones notó que faltaban en la entrega y presentó varios habeas corpus para que un juez revise la situación.
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Si bien logró que dos magistrados ordenaran al Servicio Penitenciario la entrega de Viagra, en una tercera revisión recibió un revés por parte de la jueza María Alejandra Mauricio. En su rechazo, la magistrada destacó que “no hay explicación del motivo por el que el interno necesita esa droga”. Sobre todo teniendo en cuenta que no recibe visitas higiénicas en el penal –donde podría tener relaciones sexuales- ni tampoco se ha probado que tenga una pareja dentro de la cárcel.
En palabras claras: la falta de consumo de Viagra no agrava su estado de salud y ¿para qué las quiere si no tiene sexo con nadie? Incluso a la jueza le resultó “llamativo” que haya sido diagnosticado con disfunción eréctil cuando está condenado por delitos de abuso sexual.
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Más allá de la negativa al suministro de Viagra, la magistrada también consideró que “esta situación necesita ser controlada y regulada por las autoridades del penal. Hay que evaluar el destino que se le imprime al dinero de los contribuyentes”.
¿Será que el preso vendía las pastillas azules dentro del penal? Es uno de los interrogantes que se abrieron y que deberá ser confirmado o descartado por una investigación.